José Manuel Rodríguez, funcionario: «Ahora en el Concello de Ourense todo es imposición, no hay diálogo»

El pasado mes de junio, el personal del Concello de Ourense eligió a sus nuevos representantes sindicales. Entre ellos está otra vez José Manuel Rodríguez Fernández, pero solo por unos meses ya que a finales de año se jubilará tras más de cuatro décadas en el Ayuntamiento. El todavía presidente en funciones de la junta de personal también dejará ese cargo en cuanto se pueda elegir a su sustituto, un trámite pendiente de la resolución de un recurso judicial.

En cualquier caso, la cuenta atrás para el relevo está en marcha y Rodríguez Fernández ya atisba una nueva etapa vital tras la jubilación. Puede, por lo tanto, echar la vista atrás y hacer balance. Él comenzó a trabajar en el Concello de Ourense en el año 1980 y, por lo tanto, ha visto pasar a todos los alcaldes de la democracia, empezando por José Luis López Iglesias y terminando por el actual, Gonzalo Pérez Jácome.

Aquel primer regidor —que era de la UCD, pero que integró en la Junta de Gobierno a comunistas, nacionalistas y socialistas— dejó huella en José Manuel Rodríguez. «Marcó una época y hubo muchos logros para los trabajadores, sobre todo económicos. Hasta entonces, los salarios eran muy bajos y la gente prefería trabajar en la empresa privada», explica el sindicalista ourensano, que también califica como «muy fructífera» la etapa del popular Manuel Cabezas al frente de la alcaldía. «Hubo una huelga, quizás la más fuerte que se ha vivido, pero se consiguieron los objetivos y salieron adelante cosas como el acuerdo regulador, la RPT (Relación de Puestos de Trabajo) o la actualización salarial», recuerda.

Precisamente, José Manuel Rodríguez empezó en el sindicalismo en los años noventa, «cuando aún había muchísimas cosas por hacer». Salvo por una breve etapa en la que se pasó a USO, siempre fue delegado del CSIF y, tras las elecciones sindicales del año 2018, fue proclamado presidente de la junta de personal del Ayuntamiento. Ha tenido, por lo tanto, que lidiar con el estreno de Gonzalo Pérez Jácome como alcalde. Su relación con él, confiesa Rodríguez, no es buena. «Ahora es casi todo imposición, no hay diálogo. Si quieres dar tu opinión de algo, se lo toman como un ataque al político. No se nos escucha», resume el todavía máximo representante de la plantilla municipal.

Jácome, además, ha utilizado palabras gruesas para referirse a parte de los trabajadores, al hablar, por ejemplo, de una «mafia del escaqueo». José Manuel Rodríguez admite que se esperaba esa conflictividad porque su discurso crítico hacia el funcionariado ya venía de antes. «Últimamente aflojó bastante, pero de vez en cuando suelta alguna coletilla», lamenta el presidente en funciones de la junta de personal, que sale en defensa de los empleados públicos: «Como ocurre en todas las empresas, aquí también hay gente que trabaja más que otra, pero eso no se resuelve con insultos».

El alcalde ha sido especialmente crítico con los sindicalistas, a los que considera unos vagos. Rodríguez también tiene respuesta para eso. «La labor sindical es como la de un político. Tú sales de tu puesto de trabajo y tienes al trabajador que te está esperando para que le soluciones un problema. Y eso no se valora, no se ve. Es muy fácil decir: ‘Este no viene a trabajar porque dijo que iba a hacer trabajo sindical y está tomando un café’. Pero, claro, en ese café tú estás buscando una solución para arreglar un problema que a afecta a los trabajadores», explica.

Su aspiración en la nueva etapa vital es tomarse la vida «con tranquilidad»

José Manuel Rodríguez nació en Zaragoza pero con cuatro años se vino a Ourense con su padre, que trabajaba en Dragados y participó en la construcción primero del embalse de O Bao, en Viana, cuando él tenía cuatro años, y después en el de Velle. Ha vuelto en alguna ocasión de visita a su pueblo natal en Aragón, pero no tiene recuerdos de su infancia allí. Es, a todos los efectos, ourensano. Y aquí piensa seguir cuando se jubile, a finales de año.

En el Concello empezó como chófer, después fue capataz de obra y, finalmente, jefe del parque móvil. Ahora solo quedan unos meses para que abandone esas responsabilidades y las que implicaba su actividad sindical, aunque, como vive en el centro, espera encontrarse con frecuencia con sus compañeros. Él quiere tomarse esta nueva etapa «con tranquilidad, saliendo a pasear y a tomar café con los amigos».

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