Caminar por las calles de Ourense, todo un reto para quienes no pueden ver

Marta Vázquez Fernández
M. Vázquez OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

MIGUEL VILLAR

Escolares del colegio Curros Enríquez conocieron las dificultades con las que se encuentran a diario los invidentes

23 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Una rama de un árbol demasiado larga, una caca de perro que no se recogió, una mesa de terraza, alguien que pasa con un patinete o un viandante que camina despistado porque va mirando el móvil. Son solo algunos de los obstáculos con los que se puede topar en un pequeño trecho de cualquier calle una persona invidente. Para quienes no ven, la ciudad suele ser un terreno lleno de peligros y esto es algo de lo que casi nunca son conscientes lo que no sufren esa discapacidad visual.

De ahí la importancia de actividades como la que este jueves se desarrolló en el colegio Curros Enríquez de la ciudad de As Burgas. Los alumnos de sexto de Primaria fueron los protagonistas de una iniciativa que les permitió familiarizarse con las dificultades que tienen los ciegos a la hora de moverse. La intención es que a partir de ahora sean más empáticos cuando vean por la calle a personas que caminan utilizando un bastón o un perro guía.

Como Rico, el labrador que acompaña siempre a Julio Masid. «Yo no veo nada, el perro es mis ojos», les anunció a los estudiantes Julio, ciego desde hace años. Ambos fueron también protagonistas de una jornada organizada por el Concello de Ourense, la ONCE y la jefatura provincial de Tráfico. Tras una breve presentación en la que niños y niñas conocieron detalles sobre el adiestramiento de estos animales, y nociones sobre cómo ayudan a sus dueños, fueron los escolares los que, por unos minutos, se pusieron en la piel del invidente. «No sabía lo que iba a pasarme, pensé que me iba a caer», contaba Iker después de cubrir el pequeño circuito que se instaló a las puertas del colegio, en la calle Sáenz Díez. En un tramo de unos quince metros se recrearon obstáculos habituales en cualquier calle que los pequeños, con los ojos tapados, debían superar ayudándose de un bastón. «Cuando no ves nada, sientes miedo de chocar contra algo», explicaba el pequeño.

«Queremos que los chavales cuando vean a una persona ciega intenten ayudarla o le faciliten las cosas para que pueda caminar sin peligro», explicaba Julio Masid sobre la importancia de iniciativas de este tipo. Advierte de la necesidad de que los ciudadanos se impliquen con este colectivo y sean más solidarios, evitando conductas que puedan ponerlos en peligro. «En Ourense hay pocos semáforos con pitidos y muchas ramas de árboles con los que te das cuando pasas», asegura. Queda mucho por hacer.