Es tiempo suficiente desde que se puso en marcha la alta velocidad entre Ourense y Madrid para sacar conclusiones. Y son claramente positivas. No hace más que darse una vuelta por la estación intermodal (o no) de Ourense para comprobarlo. Trenes llenos los fines de semana para viajar hasta la capital de España en dos horas y cuarto. Es una infraestructura que ha cambiado la vida a cientos de ourensanos que de forma habitual tienen que viajar entre ambas ciudades. Pero no solo a ellos. También a los que se plantean alternativas de ocio antes impensables por la duración de los recorridos. Además, Ourense se ha vuelto a convertir en el eje ferroviario de Galicia. Todos los viajeros de las ciudades gallegas tienen a nuestra ciudad como referencia para sus desplazamientos. Esta semana se sumaba además un nuevo servicio. Ourense-Alicante en apenas cinco horas. El inicio de esta conexión abre una nueva vía de viaje, tanto para profesionales como particulares hacia el Mediterráneo.
Ante el éxito de esta conexión, que ya compite y vence en la comparativa a los viajes en avión, son muchas las voces que se preguntan si Ourense no se merece de manera definitiva una estación acorde con el punto de entrada de la alta velocidad en Galicia. El Gobierno tiene en el cajón la obra de Norman Foster (o lo que quede de ella) y es el momento de reclamarla. Definitivamente, el AVE ha roto para bien los pronósticos y es momento de demandar una infraestructura acorde al tráfico de viajeros. Tampoco hay que olvidarse de la variante exterior que, sin duda, ayudará a rebajar los tiempos de viaje y que debe acelerarse.