«Para tocar ben as campás da igrexa hai que poñer moita paixón»

Cándida Andaluz Corujo
cándida andaluz OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Antonio Lorenzo, campanero en Oseira
Antonio Lorenzo, campanero en Oseira MIGUEL VILLAR

Muchos campaneros ourensanos, la mayoría mayores, esperan el relevo

21 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Toque a muerto, a tormenta o a fuego. Para ir a misa, durante la procesión o el del Ángelus. Los campaneros ourensanos, que en la mayoría de los casos son también los sacristanes de las iglesias, conservan los códigos sonoros de los pueblos. Cada vez son menos, mayores y, en su mayoría, están a la espera de un relevo generacional para evitar que las campanas dejen de sonar y den paso a las grabaciones. Su estado físico y la situación de muchas iglesias impiden que suban hasta el campanario. Por precaución. Aunque aseguran que las campañas cuando suenan bien es cuando se golpean directamente y cerca. Así que, con mucho tino y concentrados, cogen cuerdas o cadenas y repiten los toques. No hay un manual, la mayoría aprendieron de sus antecesores. Escuchando atentamente. Esperan que alguien quiera aprender, ahora, de ellos.

Antonio Lorenzo es el sacristán y campanero de la iglesia de Santa María de Oseira, en Cea. Tiene 79 años y desde hace 15 se encarga, diariamente, de hacer sonar las campanas del templo. Toda una responsabilidad. Cogió el relevo del anterior sacristán. «Oblígate a estar todo o tempo pendente, por se pasa algo. Eu fágoo de maneira altruísta e porque teño un compromiso coa parroquia», explica sin dudar. Aprendió los toques escuchando, mirando y observando cómo lo hacían los demás. Todo un arte. Más en el caso de este ourensano al que le toca repicar junto a los monjes del monasterio cisterciense. «Non hai moita xente que me poida sustituir», lamenta. Explica que ahora, a sus 80 años, ya no sube arriba de todo del campanario. Toca a través de unas cuerdas. Es más seguro, pero más difícil.

Antonio Lorenzo, campanero de Santa María La Real de Oseira
Antonio Lorenzo, campanero de Santa María La Real de Oseira MIGUEL VILLAR

«Para tocar ben as campás hai que poñer paixón. Non é doado e hai que aprendelo con tempo. Cada momento ten o seu toque e hai que sentilo e facelo escoitar ó mellor posible», explica Antonio. Por eso lamenta no poder subir arriba de todo del campanario: «Repicar coas cordas é moi difícil, soa mellor cando máis arriba e cerca da campás esteas. Pero as da igrexa de Santa María son enormes». Aunque le costará dejarlo, Antonio desea que alguien quiera, con pasión, coger el relevo. Pero lo ve muy difícil. Afirma que, por el momento, seguirá prestando este servicio al resto de los vecinos. «Daríame moita pena que non seguira ninguén, pero o vexo moi difícil. Gustaríame pensar que non, pero hai poucos voluntarios. Unha cousa é tocar en directo e outra por altofalantes, pérdese moito e non é o mesmo», lamenta.

En la parroquia ourensana de Palmés, otro Antonio, este Pérez Fernández, es el campanero de la iglesia desde hace 25 años. «Empecei porque o anterior enfermou. Penseino durante tempo, pero un primo que era o antigo sancristán díxomo. Entrei so por un ano e mira o que levo», relata. Antonio explica que antes nadie quería serlo, porque también era preciso abrir las sepulturas. «Encárgome de limpar o cemiterio, a igrexa, lavar a roupa e tocar», explica sobre el trabajo de un sacristán. Sobre el toque de campanas, señala que fue su primo quien le enseñó. «Aprendín escoitando. Toco a misa e a defuntos. Se é por unha muller son catro badaladas da campá grande. E se é por un home, son tres. Logo espero un pouco e toco a defuntos seguidos coas dúas campás. Para misa tócase seguido. Tan, tan, tan, tan, tan», simula.

Antonio Pérez, campanero y sacristán de Palmés, en Ourense
Antonio Pérez, campanero y sacristán de Palmés, en Ourense C.A.

Antonio Pérez tiene 70 años y ya mira al futuro: «Non hai ninguén que queira ser e iso que levo tres anos fastidiado. Agora estou mellor», lamenta. Así, sobre el futuro de la profesión dice: «É difícil porque non podes ir a ningún lado. Da noite para a mañá pode aparecer algo, ¡cantas veces me teñen chamado ás tres da mañá polas chaves do tanatorio! Agora xa decidiron deixalas noutro lugar, porque...». Y anima a las mujeres a ser sacristán, aunque afirma: «Compre ter peito para facer algunhas cousas, como enterrar. Eu sirvo, pero... Hai veces que tes que librar os nichos. Agora estou afeito, pero ó principio...».

Antonio explica que ya hay muchas parroquias que no tienen sacristán y que, por lo tanto, se va perdiendo el oficio. «E que ninguén quere selo, porque hai que estar pendente. Non podes ir nin de excursión, unicamente que deixes alguén ó cargo. Eu teño ata as chaves da igrexa, nin o cura as ten», relata.

Mientras ourensanos como ellos sigan al frente, las campanas seguirán tocando y los altavoces tendrán que esperar.