Nunca he entendido de la fiebre que hay por los míticos Pokémon. Ni en su formato más clásico de las cartas que los escolares se intercambian con devoción en los patios de los colegios ni tampoco en su versión más moderna, esa que durante un tiempo convirtió a millones de adolescentes de todo el mundo en zombis buscando con el móvil a muñecos virtuales por las calles. Es un término que me genera tirria. Recuerdo perfectamente aquel final del verano del 2012 cuando todos nos desayunamos con la impactante detención del alcalde de Ourense, Francisco Rodríguez. Entre los detenidos también estaba el exedil del BNG, Fernando Varela. Tras el estupor inicial, todo aquello se le fue cayendo a la jueza como un castillo de naipes. Con la magistrada ya en otro destino, las acusaciones se han ido desvaneciendo. Estos días conocíamos que la de Fernando Varela, que tuvo que hacer noche en el calabozo y salir de la política por este motivo, ha quedado en nada. Es cierto que todavía le quedan causas pendientes de ese interminable sumario, pero todo apunta a que seguirán el mismo camino de la liberación sin tan siquiera llegar a juicio. Diez años después asegura con toda certeza que Pilar de Lara «rebentou» aquel bipartito de Ourense. Y no le falta razón. Varela afirma también que no se arrepiente de dimitir y eso le honra. Aquella fue la última mayoría absoluta que funcionó como tal en la ciudad. Desde entonces, como si de una maldición se tratase que dura ya una década, Ourense está sumida en un caos municipal de gobiernos en minoría, polémicas, escándalos y, sobre todo, parálisis.