Seis de cada diez curas ourensanos superan la edad de jubilación

Fina Ulloa
fina ulloa OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

El obispo, Leonardo Lemos, con algunos de los sacerdotes que cumplieron sus bodas de plata, oro o diamante; José Ramón Villar, Francisco Rúa, Ángel Fernández, José Gallego, José Benito Otero y Alberto Diéguez
El obispo, Leonardo Lemos, con algunos de los sacerdotes que cumplieron sus bodas de plata, oro o diamante; José Ramón Villar, Francisco Rúa, Ángel Fernández, José Gallego, José Benito Otero y Alberto Diéguez MIGUEL VILLAR

La diócesis tiene 192 sacerdotes en activo para atender 735 parroquias

12 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En la Diócesis de Ourense hay 259 sacerdotes, de los que 192 están en activo. Un porcentaje más que aceptable si no fuera porque el 62 % de los curas ourensanos superan los 65 años. De hecho hay nada menos que 102 octogenarios y alguno, como Ángel Fernández Quintana, aún sigue ejerciendo. Con 85 primaveras cumplidas él fue uno de los que este miércoles participó en la celebración de la fiesta de San Juan de Ávila, patrón del clero español, que tuvo lugar en el Seminario Mayor de Ourense. Era, en su caso, una celebración doble, ya que también es uno de los cinco que este año cumple seis décadas de sacerdocio.

Ángel Fernández, que hasta hace tres meses estuvo al frente de la parroquia de San Salvador de Noalla, cedió esa obligación cuando se trasladó a la casa sacerdotal porque, según el mismo reconoce, seguir viviendo solo se le hacía ya muy complicando. Pero eso no implica que deje de estar en activo. «Acabo de aceptar un ofrecimiento del obispo a través del vicario general, don Joaquín, para echar una mano en la parroquia de La Trinidad. Empiezo el día 1 del mes que viene», dice con un entusiasmo envidiable. «Quiero ayudar porque aún estoy bastante bien. En principio iré a decir misa, pero echaremos una mano en lo que haga falta. Este es un compromiso para toda la vida», matiza.

Después de estar al frente de parroquias con más de dos mil vecinos, experiencia le sobra para aportar esa ayuda, aunque también reconoce que los tiempos han cambiado mucho. El primer destino de Ángel Fernández como sacerdote fue en la parroquia de Fátima, en O Couto, pero la mayor parte de sus 60 años de ejercicio los pasó entre Ponte Noalla y Santa Cruz da Rabeda. Últimamente atendió también la iglesia de Santa María de Mesón de Calvos. Durante muchos años compaginó sus labores parroquiales con las de profesor en el instituto 12 de Octubre, en el barrio de A Ponte. «No me he aburrido, no», afirma sonriendo cuando se le pregunta cómo se las arreglaba para atender tantos frentes. «He tenido años de hacer más de veinte bautizos», recuerda, aunque las mayores diferencias no son las numéricas: «La gente ahora es distinta de cuando yo empecé».

Pese a todo está dispuesto a seguir ejerciendo y el suyo no es un caso raro. En la diócesis ourensana muchos curas quieren seguir aportando su granito de arena y arrimando el hombro mientras su condición física se lo permita. Y lo cierto es que en un territorio con 735 parroquias (muchas con más de una iglesia) y solo diez curas por debajo de los 35 años, toda ayuda es bienvenida.

De hecho, el obispo de Ourense, Leonardo Lemos, repetía en varias ocasiones el agradecimiento al compromiso de todo el colectivo durante la celebración en la que, además de la eucaristía, hubo una conferencia del director del secretariado para el sostenimiento de la Iglesia, José María Albalad.

La iglesia del Seminario Mayor acogió la celebración central de la fiesta del patrón del clero
La iglesia del Seminario Mayor acogió la celebración central de la fiesta del patrón del clero MIGUEL VILLAR

Con todo, el titular de la diócesis recuerda que el envejecimiento del clero no es más que el reflejo del problema que afecta a la demografía ourensana en general: «Es objetivamente verdad que en nuestra diócesis todavía tenemos bastantes sacerdotes comparados con otras de España y si nos atendemos al número de personas que forman parte de nuestras comunidades parroquiales». El obispo apunta que le preocupa más la falta de relevo. «Si la sociedad envejece es porque no hay nacimientos y lógicamente habrá más problemas para que aparezcan nuevas vocaciones y candidatos al clero», dice. Aunque tampoco el seminario diocesano de Ourense es de los que peor lo está pasando en Galicia. De hecho ahora mismo hay una docena de seminaristas entre los dos seminarios mayores, el Divino Maestro y el Redemptoris Mater. «Seguimos en un escenario de crisis; todos los años se ordena uno o dos pero no hay un aumento de vocaciones», apunta el rector Ángel Feijoo Mirón.

«Tenemos que adaptarnos y ser capaces de transmitir el mensaje»

Siempre que llega la celebración del patrón del clero es inevitable la reflexión sobre los problemas del relevo generacional porque, además de la realidad incontestable de la baja natalidad, este colectivo se enfrenta también a una época de transformación social en la que el sentimiento religioso ha pasado a un muy segundo plano. «Es un momento difícil, delicado. Hay mucha gente indiferente o que se cuestiona la fe que ha recibido», resume José Gallego Borrajo, párroco de Santa Ana de O Pino y de Canedo y Delegado del Clero. Este sacerdote ourensano cree que toca «hacer un esfuerzo» para llegar a la comunidad. «Tenemos que adaptarnos y ser capaces de transmitir el mensaje de Jesucristo en la sociedad que estamos viviendo», opina.

Y es que, tal y como señaló el obispo de Ourense durante la homilía solo una formación en valores de la sociedad puede servir de campo de cultivo a esas futuras vocaciones. Un modelo educativo que, a su entender, debe estar presente en instituciones como el Seminario Menor a cuyos responsables recordó, no obstante, que ese centro educativo «no es una fábrica de curas».

El obispo, Leonardo Lemos, saludó a todos los sacerdotes que se desplazaron hasta la ciudad para la celebración
El obispo, Leonardo Lemos, saludó a todos los sacerdotes que se desplazaron hasta la ciudad para la celebración MIGUEL VILLAR

Leonardo Lemos mostró también su preocupación por las «parroquias perdidas» del rural ourensano. Por un lado, por las dificultades de llegar a todos esos pequeños núcleos con los recursos disponibles para atender mejor a sus habitantes y, por otro, porque su abandono es también un riesgo para la conservación del patrimonio histórico artístico. Especialmente «esas iglesias que son verdaderos museos, obras de arte que se convierten en punto de atención para los amigos de lo ajeno».