Los peritos del Imelga que declararon en el juicio, y que analizaron la credibilidad de la versión de la víctima, aseguraron que no se había inventado el episodio. Dieron fiabilidad a su versión y en esto se han fijado los jueces a la hora de dictar sentencia en este caso. «La menor ha venido relatando desde su primera declaración idéntica versión de los sucedido», recoge la resolución, en la que se tilda de «persistente en el tiempo» lo relatado por la víctima. Que no se acordara del día exacto en el que se produjo el encuentro íntimo con el acusado es un detalle que a los jueces les parece intrascendente, ya que además amigas de la joven avalaron su testimonio, explicando que la víctima les dijo que ella no quería ese contacto sexual, si bien finalmente accedió por la insistencia del agresor.
Pero hay más detalles que echan por tierra la presunción de inocencia del acusado. «La menor ni tan siquiera formuló denuncia frente al procesado en el momento de concurrencia de los hechos», advierten los togados, que recuerdan que el delito ahora condenado trascendió cuando otra joven denunció haber sido forzada por el mismo acusado. «Resulta particularmente significativo que la madre de la menor tuvo conocimiento de los hechos hoy enjuiciados con motivo de acompañarla a su declaración ante la Guardia Civil, enterándose en ese preciso momento de la existencia de la relación sexual de su hija con el procesado», valora el tribunal, del que ha sido ponente el presidente de la Audiencia, Antonio Piña.