«Mi perro Rico es mis ojos desde hace siete años»

María Cobas Vázquez
María Cobas OURENSE

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Rico es desde hace siete años los ojos de Julio Masid Masid
Rico es desde hace siete años los ojos de Julio Masid Masid MIGUEL VILLAR

Julio Masid es uno de los cuatro ourensanos que tiene perro guía

27 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Julio Masid tenía 28 años cuando una enfermedad degenerativa le fue dejando sin visión. Con apenas 30 se quedó ciego por completo. «No veo ni claridad ni nada», explica de manera gráfica. Poco después se mudó a Ourense, la tierra de su padres, desde su Asturias natal.

«Como no podía leer, lo mío era la radio», cuenta. Había oído hablar de un sistema de lectura para ciegos, pero poco más sabía. Hasta que un día, paseando por la ciudad de As Burgas del brazo de su cuñada, esta le dijo que había una mujer vendiendo el cupón de la ONCE y «leyendo con los dedos sobre un papel con puntos», relata. Se acercaron a ella y fue en esa conversación cuando Julio supo que lo que la mujer leía era braille y que la ONCE era el lugar al que debía acudir para aprender. No se lo pensó. De Ourense se fue a Barcelona, donde en la residencia de la Organización Nacional de Ciegos Españoles le enseñaron a vivir solo. Aprendió a cocinar, a lavar, a planchar, a caminar con bastón... todo hacia una vida autónoma. Allí conoció a una compañera que tenía un perro guía. «Me di cuenta de que quería tener uno», recuerda. Tardó unos tres años en solicitarlo y después tuvo que esperar cuatro años y medio hasta que la ONCE tuvo uno preparado para él.

Hace ya casi treinta años que Julio recibió a Upa, una pastora alemana. Fue el primer perro guía que hubo en Ourense, así que a Julio le tocó abrir camino. Así, recuerda cómo le cerraron la puerta del bus cuando vieron que iba a subir con el perro. O la negativa a poder entrar al pabellón de Os Remedios la primera vez que quiso ir a nadar. Pero Julio estaba avisado. Desde la ONCE le habían dicho que no se dejase avasallar, así que la amenaza de denuncia en ambos casos le sirvió para revertir la situación.

Upa falleció a los doce años. Le sucedió Xamba, a la que la ONCE jubiló con once. Tres meses después de quedarse sin Xamba llegó Rico, el perro labrador que desde hace siete años acompaña a Julio en su día a día. «Él es mis ojos», relata. Cuenta que el que tiene ahora es una raza «más lenta, más tranquila; no me hace caminar tan aprisa y si le digo de esté tranquilo, se echa y puede estar la tarde entera sin moverse», relata. Son diferencias, pero Julio no tiene preferencias. «Como perro guía, tan bueno es uno como otro», dice. Y no lo cambia por nada. «No tiene nada que ver con caminar con el bastón. El bastón te libra de lo que hay para cintura para abajo, pero si hay un camión mal aparcado, por ejemplo, y metes el bastón en el hueco de las ruedas, te lo comes. A mí me pasó con un tractor, que me dio en todo el estómago y acabé de rodillas en el suelo», relata. Con el perro todo es más sencillo. «Solo tengo que ir hacia donde me lleva. Y lo máximo que digo alguna vez es ‘¡cuántos obstáculos!', pero yo no choco con ninguno», señala. Eso sí, hay un trabajo previo de conocerse y conocer la ciudad. «Para tener un perro guía hace falta tener mucha orientación, porque tú tienes que guiar al perro, decirle por dónde tiene que ir», cuenta. Aunque después de siete años Rico ya conoce algunas rutinas de Julio, así que este solo tiene que decirle que quiere ir a comprar algo para la pesca para que le lleve hasta la puerta de la armería.