Adiós a Perfecto González Sulleiro, el impulsor de la puesta al día del Seminario de Ourense

José Pérez Domínguez OURENSE

OURENSE CIUDAD

Perfecto González Sulleiro
Perfecto González Sulleiro cedida

Fallece el canónigo emérito de la Catedral de Ourense tras 64 años de ejercicio sacerdotal

16 feb 2022 . Actualizado a las 18:57 h.

Natural de San Cibrao de Lás, Perfecto González Sulleiro se ordenó sacerdote el 29 de junio de 1957. Fue nombrado formador y profesor del Seminario Menor de la Inmaculada y rector del centro el día 1 de octubre de 1969. Fue el gran promotor del deporte (por primera vez vestimos ropa deportiva), y con él hacíamos grandes caminatas. La gente, al vernos pasar, decía: «irán castigados». Amaba la austeridad. Era famosa la frase que nos repetía con frecuencia: «tengo sed, veo una fuente; luego, no bebo». Y cuando no nos esforzábamos lo suficiente, nos repetía: «no seas piedra de río, que no vale para construir».

Licenciado en Clásicas por la Pontificia Universidad de Salamanca, era el hombre de las mil ideas: al comienzo de cada curso escolar cogía por banda a los formadores para mentalizarlos de cara a la nueva etapa. Entre esas ideas, que materializó, estaban grandes representaciones teatrales por la Inmaculada (obras clásicas como la Antígona), una programación de cine todo el año (en el seminario he visto las mejores películas de la historia del cine y, en un concurso intercolegial, el seminario ganó el campeonato de cine); una rondalla, la plantación de árboles en el monte del seminario e incluso la práctica del rugby, con don Perfecto, en medio del campo, con el reglamento en la mano interpretando cada jugada. Trabajador incansable hasta conseguir la homologación de los estudios: «Un Seminario Menor con sus estudios homologados con los del Estado sirve para respetar de una manera sincera la libertad del seminarista si llegara a descubrir que el sacerdocio no es su camino», decía. Los que estábamos a su lado resumíamos sus esfuerzos en aquel diálogo que mantenían el señor obispo, burgalés, y don Perfecto: «Sulleiro, eres tozudo», decía el primero. «Don Ángel, querrá decir, tenaz», respondía él. Fue director y alma máter del seminario de verano en Porto do Son, donde hacía madrugar a los seminaristas y a las siete de la mañana mandaba a todos al agua: «Hay que ser espartanos en la vida, muchachos», comentaba.

Tomó posesión de canónigo el día siete de octubre de 1985 y pasó a ser capellán de las Esclavas del Santísimo Sacramento; pero antes, el 1 de octubre de 1984, fue nombrado rector del Seminario Mayor del Divino Maestro. No fue un momento fácil. En la toma de posesión dijo: «Hay flores en el claustro del seminario, tiempo de siembra y de esperanza». Don Perfecto inició también la afiliación del seminario con la Pontificia Universidad de Salamanca para convertirlo en Instituto Teológico. Él mismo, de su peculio, donó 400.000 pesetas para adquirir las Actas del Concilio Vaticano II, imprescindibles en el Instituto Teológico.

Muy preocupado por la solución de los problemas, era, en apariencia, un hombre de carácter duro, pero con una ternura inigualable. Querido, apreciado y muy valorado por sus alumnos; amigo de la dialéctica hasta el punto, a veces, de llevar la contraria de lo que él mismo pensaba, y aviniéndose al final con un: «No, por eso digo». Conciliador en política, con amistades en las ideologías más dispares. Fue rector del templo de santa María Madre al que hizo algunas innovaciones oportunas. Canónigo emérito, vicario parroquial por voluntad propia en San Pío X. Con una frase lapidaria explicaba ahora su cometido de emérito y decía a los curas jóvenes: «Vuestra misión no es dar de comer a las gallinas. Eso lo hacemos los eméritos. Vosotros tenéis que alimentar a los gallos de pelea», refiriéndose a los nuevos líderes de la pastoral diocesana. Este jueves, a las 16.00 horas, celebraremos su funeral en la Catedral Basílica de San Martiño, en Ourense.