La vergüenza que deja de ser ajena

Ruth Nóvoa de Manuel
Ruth Nóvoa DE REOJO

OURENSE CIUDAD

13 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La vergüenza ajena es un sentimiento que se queda corto cuando se trata del gobierno de Ourense. Me refiero a esa sensación de querer desaparecer, encogiéndote y metiendo la cabeza entre los hombros. De mirar hacia otro lado, porque el bochorno y el pudor que te producen determinados comportamientos no te permiten fijar los ojos. Ese sonrojo y ese no saber donde meterte, mientras niegas con la cabeza gacha. Esa incomodidad por una determinada situación (que causa risa, rechazo o es simplemente patética) que no has provocado, pero que te importa lo suficiente como para pasar un buen apuro.

Todo esto podría sentirlo cualquier ourensano medio que esté un poco al tanto de la actualidad municipal —no nos engañemos, hay muchos que ni saben ni les interesa saber, pero ese ya sería otro artículo— después del espectáculo del pleno del viernes. Como si no fuera suficiente haber retrasado seis meses el trámite para permitir la construcción de una residencia de ancianos que pagará la Fundación Amancio Ortega (me los imagino ojipláticos en su oficina pensando ‘pero si la pagamos nosotros’), el día en el que por fin se le dio luz verde se acabó convirtiendo en otra jornada de esas para olvidar. Porque el alcalde, que ama el caos, no podía permitir que las cosas simplemente salieran bien. Ya no bien, que las cosas salieran. Porque no le va a sacar rédito a la decisión. Las gestiones son de la Xunta y el PSOE, con su cambio de voto (para hacérselo mirar, por cierto), le deja sin argumentos de crítica. Pero sobre todo porque esto va de construir y lo que le gusta a Jácome es destruir. Coincido con Villarino y Seara. Atacar al portavoz del BNG era una manera, consciente o no, de torpedear el proyecto. Pero lo único que consiguió (y van...) fue torpedear a Ourense.