Tanco al fondo

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OURENSE CIUDAD

Miguel Villar

12 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Circula un lamento sentido a estas horas por Ourense tras la muerte de un librero. Se llamaba Manuel Bugallo y trasegaba libros y secretos al frente de Tanco, patrimonio material de la ciudad de una importancia similar a la catedral o al viejo Orellas o al clausurado Bar. Habría que explicarles a los niños ourensanos de hoy qué pasaba en la trastienda de aquella librería situada antes en O Paseo y hoy en Cardenal Quevedo. A lo boomers nos metieron nuestros padres en su laberinto en apariencia sin orden, un dédalo de libros amontonados en el que Manolo y los demás eran capaces de encontrar cualquier cosa, como si tuvieran en la cabeza un plano detallado de aquel caos cuyo interpretación estaba reservada a un puñado de elegidos. Los neurólogos analizaron hace unos años cómo los camareros gallegos del café Tortoni memorizaban comandas infinitas sin echar mano jamás de un bolígrafo. Se podría aplicar el efecto Tortoni a este Manuel que, con una referencia a veces imprecisa y sin rastro alguno de computadoras que aclararan la tarea, avanzaba entre los pasillos con un sigilo felino hasta encontrar, directo, el título que apenas habías esbozado. Eso fue después, porque un poco antes el tomate estaba al fondo de los estantes, cuando los libros eran insumisos y mortales y en Tanco se trapicheaba con sustancias ilegales y, si no mortales, peligrosas para la integridad de las personas de bien.

En general, habría que revisar el carácter de nuestros homenajes ciudadanos, tan dirigidos a políticos y cosas así. El patrimonio real de la ciudad estaba en esa trastienda de Tanco, en la barra metálica de la Ibense y su helado de mantecado, en las paredes tatuadas de rock&roll del Star. Cuántas cosas se han ido con Bugallo.