Una de pulpo

Ruth Nóvoa de Manuel
Ruth Nóvoa DE REOJO

OURENSE CIUDAD

10 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hubo un tiempo en el que la campaña electoral arrancaba con la pegada de carteles. Los que empezábamos en esto de contar las cosas vivíamos esa noche con cierta emoción e, inocentes, incluso con esperanza. Y eso que la rotativa no esperaba a la medianoche, de manera que las fotos tenían que guardarse todo un día y se hacían viejas. El paso del tiempo, que es como un látigo, nos desencantó. La escoba y el cubo de cola para pegar los carteles en los paneles del parque de San Lázaro nos parecen ahora de otro siglo. En realidad, son de otro siglo. Y en el mundo de la comunicación inmediata en el que vivimos (y sobrevivimos) a nadie se le ocurriría publicar un sábado una foto del jueves por la noche. Sería algo así como la prehistoria. Por eso con el paso de los años en la redacción establecimos otros marcadores para constatar que era tiempo de campaña, algo así como el rayo mágico de sol de la capilla de San Miguel de Celanova cuando llegan la primavera o el otoño. La feria se convirtió en nuestro código. Cuando el político de turno asomaba por entre las pulpeiras y las mesas con carne ó caldeiro podíamos afirmar con rotundidad que la carrera hacia las urnas ya había empezado. Daba un poco de rubor ver a algunos de ellos, con la careta de candidato. Sobre todo a aquellos que nunca en la vida habían ido a coger una ración.

A la velocidad a la que van las cosas -y con la rapidez con la que nos decepcionan los políticos- ya hay una nueva medida de tiempo electoral. La campaña empieza cuando se hartan los que tienen que votar. Un ejemplo: los vecinos de O Pino. Después del tercer bloqueo consecutivo en el Concello de Ourense al proyecto de construcción de un geriátrico financiado por la Fundación Amancio Ortega en el solar que ocupaba la antigua estación de autobuses, los vecinos lo tienen claro: «Si esto queda a monte, que no vengan a pedir el voto». Es algo así como un aviso a navegantes. Si yo fuera ellos, los políticos, empezaría a dejarme ver por la feria, aunque todavía quede mucho para la campaña. Al menos para ir practicando y cogiendo soltura con la tallada.