Azúcar glas, el cebo de la Policía de Ourense al dueño de un alijo de coca: «Pensábamos que no llamaría, pero lo hizo»

Marta Vázquez Fernández
Marta Vázquez OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Miguel Villar

La Fiscalía pide cinco años de cárcel para un acusado que ocultó droga en un zulo y luego, sin saberlo, se la reclamó a los agentes del grupo antidroga

30 sep 2021 . Actualizado a las 17:51 h.

En la tarde del 5 de noviembre del 2019, en una finca de Vilar de Astrés, un hombre que limpiaba rastrojos en su finca para hacer compost se encontró con un objeto extraño semienterrado en el suelo. Se agachó para comprobar de qué se trataba y descubrió un bote de cristal que contenía tres bolas envueltas en papel celofán. Avisó a la Policía Nacional, que poco después descubrió que los envoltorios tenían cocaína, casi 200 gramos.

Descartado el vecino como sospechoso, a los agentes se les presentaba por delante la misión de dar con el traficante. No había huellas ni otras pistas de las que tirar, por lo que tras varios días de vigilancia en la zona que no dieron resultado, al jefe del grupo de estupefacientes de la comisaría se le ocurrió tenderle una trampa. En el mismo zulo en el que había sido localizada la cocaína colocaron un bote con azúcar glas, con apariencia muy similar a la de la droga, y una nota manuscrita en la que se instaba al dueño de la sustancia a llamar a un teléfono si quería recuperarla. «Nunca creí que aquello fuera a funcionar; pensábamos que no iba a llamar, pero lo hizo», relató este miércoles ante el tribunal de la Audiencia provincial de Ourense el responsable policial antidroga, admitiendo que, por suerte, se equivocó en su predicción. Y es que dos días después alguien marcó el número de la nota. Contestó otro de los integrantes del equipo, que se hizo pasar por un ciudadano anónimo que había encontrado el paquete, mostrándose dispuesto a devolvérselo al sospechoso a cambio de dinero. «Era un hombre con acento portugués que dijo que el paquete era suyo y que quería recuperarlo», explicó el funcionario.

Pedro Manuel G. M. había caído en la trampa. Con aquella primera llamada la investigación dio un paso enorme. Además de confiado el sospechoso era poco prudente y había llamado desde su propio teléfono. Desde comisaría se buscó el posicionamiento del dispositivo, situándolo en la zona de O Vinteún. Allí se trasladaron varias patrullas que no tardaron en localizar dos coches con matrícula portuguesa. El 13 de noviembre el juzgado autorizó la intervención del móvil.

Aún habría otra segunda comunicación. «Volvió a llamar y me dijo que le hacía falta la droga porque sus jefes del sur de España le estaban metiendo presión, quería que llegásemos a un acuerdo», dijo otro investigador. El arresto se materializaría poco después. El 20 de noviembre los agentes, que para entonces ya le habían puesto cara al sospechoso, lo siguieron desde su casa de la capital hasta Xinzo. Allí lo vieron entrar en un club de alterne y poco después efectuaron el arresto. Llevaba encima varias papelinas de cocaína que, se cree, eran para vender en ese local.

Y así se cerró policialmente un caso sobre el que ahora deberán pronunciarse los jueces. Este miércoles, en el juicio, el fiscal solicitó al tribunal una condena de cinco años de prisión para el acusado, recordando que ya fue condenado por otro delito de tráfico de drogas en el año 2019 y considerando evidente que era el dueño de la cocaína hallada en el zulo. La defensa, sin embargo, pide la absolución al creer que el auto por el que se intervino el móvil no estaba justificado. Según esta parte, fue un «delito provocado».