«Siento que he perdido a mi compañero; está aquí pero no es él»

Fina Ulloa
fina Ulloa OURENSE / LA VOZ

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Antonia Ríos acompaña a José a los talleres de estimulación cognitiva de Afaor
Antonia Ríos acompaña a José a los talleres de estimulación cognitiva de Afaor Santi M. Amil

Afaor ayuda en Ourense a cuatrocientos cuidadores a aprender a convivir con el alzhéimer

22 sep 2021 . Actualizado a las 12:23 h.

El diagnóstico oficial llegó en el 2017, pero Antonia Ríos Moure ya sospechaba que el alzhéimer podía estar detrás de lo que le ocurría a su marido. «No desde el principio. Cuando empecé a notarle cosas raras, dos años antes, yo me acababa de jubilar, así que creí que precisamente el estar más tiempo juntos me hacía fijarme en detalles que antes no percibía. Piensas en todo menos en lo que es. Pero ya en las vacaciones del 2016 me di cuenta de que no era normal lo que estaba pasando y él mismo también lo dijo cuando un día se dio cuenta que se había olvidado del nombre de un nieto», relata.

Tres meses después de que las pruebas médicas certificasen el diagnóstico, José Vázquez comenzó a asistir a los talleres de memoria de la asociación Afaor. Hoy, con la enfermedad más avanzada, sigue acudiendo a la sede de la entidad de apoyo a familiares y enfermos de alzhéimer para realizar actividades de estimulación cognitiva que le ayuden retrasar el avance de la patología. Y lo hace del brazo de Antonia.

«Viene encantado, para él es su trabajo», señala su mujer, que reconoce que ella también ha empezado a aceptar la realidad de una enfermedad que se ha llevado por delante todos los planes que habían hecho juntos para su jubilación. Ella, al igual que otras cuatrocientas personas cuidadoras en la provincia de Ourense. Reciben atención y consejos de la asociación para ayudarles a asumir lo que implica convivir con el alzhéimer y, sobre todo, enseñarles a no aislarse y centrarse únicamente en los cuidados a la persona enferma para evitar que caigan en depresiones que acaben pasándoles también factura.

«Es fácil de entender; pero no es tan fácil de hacer», dice Antonia. Ella sabe que debería mantener algún tipo de actividad ajena a la presencia de su esposo «pero me da mucha pena por él». «Siempre lo hemos hecho todo juntos y sé que podría irme a pasar un fin de semana con una amiga, pero él se va a extrañar de que no lo lleve y de quedarse solo y yo sé que no voy a disfrutar de ese tiempo», concluye. «Ahora siempre quiere estar pegado a mí, incluso en casa, necesita verme y estar cerca; a veces me doy la vuelta y tropiezo con él», narra. José sigue tocando la guitarra por las mañanas y continúa disfrutando con las reposiciones de las películas de vaqueros y con las escapadas al pueblo «pero yo siento que he perdido a mi compañero; está aquí pero ya no es él, ya no podemos mantener una conversación sobre cualquier cosa», resume Antonia que, como muchas cuidadoras, sabe que la suya es una batalla contra el tiempo.