El homicida de Montse Martínez en Viana, libre tras 11 años en la cárcel

María Cobas Vázquez
m. cobas O BARCO / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Imagen de archivo del juicio Manuel Mouriño tomada en el 2011
Imagen de archivo del juicio Manuel Mouriño tomada en el 2011 Santi M. Amil

Sale en el 20 aniversario del crimen, pero no podrá acercarse a Viana do Bolo

30 ago 2021 . Actualizado a las 13:12 h.

Se han cumplido ya 20 años de la muerte a golpes de Montse Martínez, una joven vecina de Viana do Bolo que entonces, en el 2001, tenía 21 años. Fue en abril. Ese mismo mes, de este 2021, salió de la cárcel el culpable de su muerte, Manuel Mouriño Faria, tras cumplir los once años de condena impuesta por un juzgado de Ourense. Está libre al agotar la pena que le impuso la jueza después de que un jurado popular lo declarase culpable de homicidio doloso.

Lo que todavía no puede hacer Mouriño es acercarse a Viana. Su condena incluía también un destierro de doce años. Así que no será hasta el segundo trimestre del 2022 cuando pueda regresar a su localidad natal. Otra cosa es que quiera hacerlo. Ya no residía en el municipio ourensano cuando mató a Montse. Se había mudado a Ibiza para trabajar, y solo regresaba de vacaciones. En la isla estaba en el 2010 cuando fue detenido. Nueve años habían pasado de un crimen del que siempre fue el principal sospechoso, porque le habían visto hablar con Montse la noche de su desaparición, un Viernes Santo. Él nunca negó tal cuestión, pero sí que hubiese estado fuera del pub Gotham (él último lugar en el que fue vista con vida) con ella. En ese tiempo las investigaciones apuntaron también a otras personas, pero nunca llegó a haber detenidos. Hasta el 2010.

El arresto se desencadenó a raíz de una denuncia de la entonces pareja de Manuel. En un episodio de malos tratos, él le dijo «igual que maté a una, mato a otra». Esa amenaza propició que el juzgado autorizase pinchar su teléfono. En al menos una conversación, Manuel confesó la autoría de la muerte de Montse, y fue detenido.

Mouriño reconoció que estaba con ella cuando murió, pero siempre negó que la hubiese matado a propósito. Apelaba a un accidente, a un golpe que le dio cuando ella intentó besarle en el cuello. Que la muchacha se cayó al suelo y se golpeó con un banco de piedra. Y que había muerto en el acto. Su versión fue rebatida por los forenses, que cifraron en cinco los golpes recibidos por la joven, que tuvo una muerte agónica, según se escuchó en el juicio celebrado en Ourense en diciembre del 2011.

Fue una muerte agónica porque después de aquel primer golpe, lejos de tratar de socorrerla, Mouriño decidió tirarla por un terraplén abajo y después la arrastró por los pantalones para esconderla bajo unas zarzas. Apeló al miedo a que nadie creyese su versión porque venía de una familia desestructurada (había pasado por varios centros de acogida tras la muerte de su madre, víctima de malos tratos) para justificar haber escondido a Montse para que no la encontraran. Su cuerpo no apareció hasta seis días después de su desaparición. Tenía la cara desfigurada.

Fueron jornadas agónicas también para sus padres y su hermana, que desde el primer momento descartaron que Montse se hubiese marchado por su propio pie, hipótesis que manejaron los investigadores en un primer momento. Hubo incluso quien señaló que la habían visto en Verín; falsa alarma. Montse nunca salió de Viana y murió la misma noche en la que desapareció. Ni siquiera había ido muy lejos, estaba en el terraplén que hay junto a los jardines de Cabo da Vila, a apenas 100 metros del consistorio vianés.

El jurado se creyó la versión de los forenses, y declaró a Manuel Mouriño culpable de homicidio doloso. Era menos que la condena por asesinato que reclamaba la familia de la joven, 20 años de cárcel. Pero mucho más del homicidio imprudente que solicitaba el abogado de Mouriño, que le habría supuesto una condena de un año de prisión, y que supondría que saldría libre tras el juicio, pues llevaba año y medio en la cárcel de O Pereiro de Aguiar cuando se celebró el juicio. Allí tuvo que regresar después de que la jueza dictase sentencia condenatoria a 11 años de internamiento.

La familia decidió no recurrir. Sus padres y su hermana querían poder pasar página.