El restaurante, ubicado en el casco viejo de Ourense, aprovecha la producción propia de verduras y hortalizas de una finca familiar en Barra de Miño
20 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.A mediados de julio, con la quinta ola de covid-19 al alza y la ciudad de Ourense en el nivel alto de restricciones, el restaurante Atarazana, situado en el casco viejo, bajó la persiana. Pasó un mes hasta que los propietarios, José González y Mari Delgado, se animaron a subirla de nuevo. Fue este lunes, y casi que parecía escrito. Lucía el sol, las calles volvían a estar a rebosar y por Os Fornos y Viriato había un flujo constante de turistas.
«Pudimos abrir antes, pero tomamos la decisión de esperar un poco más a que bajase el número de casos. Es cierto que tenemos terraza, pero son pocas mesas», explica González. La respuesta de la clientela, como casi siempre, fue muy buena. «Tanto de la poca gente que reside en la ciudad en agosto como de los que están de paso. Hemos visto a muchos recién llegados desde el País Vasco, también de Castilla y León y asturianos. En general, gente de comunidades próximas», agrega.
En esencia, la carta no ha variado: el pulpo á feira o a la plancha sigue siendo la estrella de la casa, pero también la ventresca de atún y la ternera gallega. Todo un festín para los sentidos que, ahora, va acompañado de verduras y hortalizas cultivadas por los propietarios del establecimiento. Comenzaron a trabajar una finca familiar hace tres años, en Barra de Miño. Poco a poco, la producción fue creciendo y, ya de cara al año que viene, contemplan instalar un invernadero para estabilizar el proyecto. «Ahora mismo nos cubre las necesidades de producto, porque ya está a pleno rendimiento. Pepino, pimientos... Es una añadido que se agradece que va directamente de la huerta a la mesa del cliente. Se recoge a la mañana y al mediodía en el plato», dice González.