De África a Ourense: memorias de una conexión imperecedera con Guinea Ecuatorial

Pablo Varela Varela
pablo varela OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Ernesto Ropa, jugador de fútbol; y Marcelo Ndong, artista
Ernesto Ropa, jugador de fútbol; y Marcelo Ndong, artista Miguel Villar

La emigración vincula al municipio de Quintela de Leirado con el país africano

10 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Más de 4.500 kilómetros separan la ciudad de Ourense de Malabo, la capital de Guinea Ecuatorial. Esa fue la distancia que, en el año 1969, cambió la vida de Marcelo Ndong, el eterno Manoliño Nguema que se formó en el circo de la Ciudad de los Muchachos siendo apenas un adolescente. «Llegué con 14 años y pasé mi adolescencia viajando por el mundo con Ourense como campamento, donde me sentía en casa», cuenta Ndong, que regresó a su tierra natal siendo ya padre porque sintió la necesidad de compartir en Guinea el oficio cultural de toda su vida, el teatro.

La historia de Marcelo, que se llevó a un documental de la productora Waka Films en el año 2018, ilustra un vínculo que no perece. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en Ourense residen 45 ecuatoguineanos. Es la provincia gallega donde hay más. Uno de ellos es Raimundo Bernabé Nnandong Abeso, Russo. En cierta forma, el heredero de Manoliño en la búsqueda de una continuidad para los jóvenes valores del país africano que vislumbran un futuro sobre las tablas. En su momento, Marcelo Ndong llegó a España a través de una beca de enseñanza, una vía que Russo insta a revivir. «Aquí estoy contento. Ourense es como otra casa para mí, por lo que representa en mi vida artística. La ciudad me encanta, es muy cercana y, en mi caso, tuve la oportunidad de encontrarme con muchos compañeros del sector cultural que te tienden la mano para absolutamente todo, incluso con temas que no solo tienen que ver con el teatro. Por ahora puedo seguir formándome como artista, y quiero ver hasta dónde puedo llegar», indica.

Mientras, para jóvenes como Ernesto Ropa, futbolista coruñés que pasó estos últimos meses en el Ourense Club de Fútbol, los ecos de Guinea Ecuatorial llegan a través de su padre. «Mi padre nació en un pueblo próximo a Malabo», cuenta. Ropa firmó por el conjunto blanquiazul a mediados de diciembre del año pasado, tras formarse en la base del Deportivo y Lugo y después de un paso fugaz por el Silva, en la Tercera División. Durante su etapa formativa, medios radiofónicos del país africano siguieron de cerca sus pasos, sabedores de sus raíces. De hecho, siendo muy pequeño, Ernesto viajó hasta allí, aunque él creció en la ciudad herculina. «De Guinea, en cierta forma, nos quedan algunas comidas que hace mi padre cuando estamos en casa. En la manera de cocinar sí ves el vínculo, porque él vuelve cada pocos años», explica.

Conexión con Quintela de Leirado

Algo más de 600 vecinos residen en el municipio ourensano de Quintela de Leirado, donde gobierna José Antonio Pérez Cortés bajo las siglas del Partido Popular (PP). En los años sesenta, él fue uno de los emigrantes que, durante la dictadura franquista, desembarcaron en una provincia del golfo de Guinea donde ya se enfilaba la cuenta atrás hacia su independencia, concretada en el 1968.

Pérez Cortés llegó, sobre el papel, para realizar el servicio militar. «Ademais, traballei en fincas de café e cacao. E tamén en comercios da antiga Santa Isabel, o que agora sería Malabo», rememora. Fue el boca a boca lo que provocó que más vecinos de Quintela se marchasen temporalmente a África a medida que recibían contratos. Así, hasta el punto de que más de la mitad de la población actual del concello llegó a estar en Guinea en algún momento de su vida. «Foise xuntando un núcleo bastante grande de xente que chegaba da comarca. Vivíase ben e as infraestruturas no medio rural do país eran mellores que as do rural galego, con moi boas vías de comunicación», cuenta.

A la inversa, el tránsito hacia España lo hacían hijos de empresarios guineanos que estudiaban en la Península. En el caso del regidor de Quintela intentó volver en algún momento tras la independencia, pero las tensiones políticas posteriores, con episodios de violencia, lo convirtieron en un imposible. «E aínda así, teño moi bos recordos daquela etapa», afirma.

De hecho, en este concello ourensano trabajan ahora en potenciar un museo municipal sobre las memorias de la emigración local en Guinea. Porque los recuerdos, pese a que ambas latitudes son tan distantes en el planeta, no mueren. «Crecí en Ourense, hice el bachillerato nocturno en el Instituto Masculino de la ciudad, y después, en la Universidad de Santiago de Compostela, conocí a la ourensana que me robó el corazón y el alma», evoca Marcelo Ndong.