Los tesoros arqueológicos de Ourense, en lucha permanente contra el olvido

Pablo Varela Varela
pablo varela OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

El yacimiento arqueológico de Santomé
El yacimiento arqueológico de Santomé Agostiño Iglesias

El yacimiento de Santomé ganó popularidad durante la pandemia; mientras, el pasado del Castelo Ramiro languidece

26 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

A solo tres kilómetros del corazón de la ciudad de Ourense, un bosque de encinas y madroños guarece el yacimiento arqueológico de Santomé, donde la piedra habla de la interrelación que existió entre las culturas castrexa y romana. «Y eso también es riqueza», define Susana Reboreda, decana de la Facultade de Historia del campus. Durante la pandemia, las restricciones y cierres perimetrales llevaron a que más de un vecino de la capital hallase, por primera vez en su vida, este tesoro que siempre estuvo ahí. «A veces, lo que tenemos más cerca es lo que menos conocemos», dice Reboreda.

La última intervención en Santomé, bajo el amparo del Museo Arqueolóxico Provincial, se realizó hace dos años. El paraje, a un paso del río Lonia y en plena naturaleza, ilustra la realidad de Ourense, donde el subsuelo guarda tesoros que van más allá de las aguas termales y que, en ocasiones, pasan desapercibidos. En el caso de Santomé, el recorrido por el complejo está delimitado e indicado para todo turista que se acerque hasta allí. No es el caso, sin embargo, del castro de Oira. «Son espazos ó pé da cidade, onde bastaría con dispoñer dun mantemento periódico para ter a zona en orde e recoñecible. A última vez que estiven nel, estaba impenetrable pola vexetación e por alí andaban uns porcos bravos», cuenta Manuel Xusto, doctor en Arqueología.

Adecentar estos enclaves no es un detalle menor. En la Oficina de Turismo de Ourense suelen recomendar Santomé a todo recién llegado. «No sabemos si acaban yendo, pero está en el listado de lugares básicos para ver, porque puedes ir en coche y también andando», indica uno de los técnicos. Hay un perfil de visitante que lo contempla, pero dentro de rutas arqueológicas que van más allá de la ciudad, hacia Aquis Querquennis (Bande) o Castromao (Celanova), que son referencia para el foráneo.

El Castelo Ramiro, invisible

En los años de la dictadura franquista, aproximadamente en la década de los cincuenta, en la parroquia de Cabeza de Vaca se puso en marcha un depósito de aguas donde antaño se alzaba el Castelo Ramiro, del que apenan quedan restos. Los primeros documentos que mencionan la fortificación se remontan, según el profesor e investigador Abraham Vila, a principios del siglo XIII. «Es un gran desconocido, también en la ciudad. Y tras esa intervención con el depósito, probablemente se haya perdido», dice.

El antiguo asentamiento del Castelo Ramiro, cerca de Cabeza de Vaca
El antiguo asentamiento del Castelo Ramiro, cerca de Cabeza de Vaca MIGUEL VILLAR

A la atalaya donde se asentó el castillo solo se puede acceder a través de varias fincas privadas, porque la progresiva urbanización en el extrarradio de la ciudad llevó a que, ahora, en las ladera de esta loma haya viviendas particulares. «Que impiden o acceso ó cumio», lamenta Manuel Xusto. En los últimos años, en la Oficina de Turismo de Ourense constan al menos un par de solicitudes de información sobre el lugar, generalmente de personas que ya habían hecho sus pesquisas al respecto. «Pero la gente no suele preguntar. Es un espacio que tiene mucha historia, pero el problema es que no detectas restos de fortificación a simple vista y tampoco es un espacio musealizado», apunta un técnico. ¿Cabría la posibilidad de revivirlo? La respuesta no es un sí, tampoco un no, porque en Ourense, en realidad, nunca se sabe.

«Hay vecinos en la ciudad que, si les comentas acerca de los restos del castillo, alucinan»

Abraham Vila, profesor en el IES Cidade de Antioquía (Xinzo de Limia), investigó la historia del Castelo Ramiro durante su etapa con el doctorado. Constató la existencia de aproximadamente 150 referencias documentales medievales en las cuales se menciona la presencia de la fortificación, que dejó una huella importante en la ciudad: «Era un elemento de poder, clave para el Obispado a la hora de ejercer el señorío sobre la ciudad. Se sabe que hubo denuncia de los abusos de la nobleza durante la Baja Edad Media, y también los acontecimientos que, poco a poco, fueron derivando en la destrucción del castillo durante las revueltas irmandiñas. De hecho, fue derribado en varias ocasiones y, ya en el año 1486, con los Reyes Católicos, cayó de forma definitiva».

Ahora, el Castelo Ramiro cumple casi una función de mirador para aquellos que se dejan caer por la zona. «Domina visualmente toda la ciudad de Ourense. Hay vecinos a los que, se les comentas acerca de los restos, alucinan», dice Vila. El paso del tiempo hizo que la parte inferior de la estructura, la base de las defensas, se perdiese en el olvido. También la construcción de casas a solo unos pasos de la colina. «Pero además, la construcción del depósito de aguas ya en los años del franquismo, cuando no había una conciencia ni tampoco una ley sobre patrimonio, distorsionó por completo el conocimiento que podríamos haber tenido sobre el castillo», lamenta Vila.