La madre de Nerea Añel: «Sentí alivio cuando me dijeron que había un sospechoso de la muerte de mi hija»

Marta Vázquez Fernández
Marta Vázquez OURENSE

OURENSE CIUDAD

Belén Vázquez afirma que siempre sospechó del novio de su hija, ahora investigado por homicidio, y advierte que buscará «que sea juzgado»

13 sep 2022 . Actualizado a las 15:49 h.

El teléfono móvil de Belén Vázquez sonó en la mañana del pasado lunes, 14 de junio. Un inspector de la comisaría de Policía de Ourense le informó entonces de que había un sospechoso de la muerte de su hija, desaparecida en enero del 2020, y reconoce que aquello fue una especie de liberación. «Tengo sentimientos contradictorios» explica la madre de Nerea Añel, cuyos restos habían sido encontrados el pasado mes de septiembre en un arrollo de Barbadás. «Yo sabía desde el principio que mi hija no estaba desaparecida voluntariamente y esto ha confirmado mis sospechas, estoy contenta por ello», aseguraba en declaraciones a La Voz, si bien no oculta sentirse «profundamente triste, porque mi hija no merecía morirse a los 26 años».

Ella siempre desconfió del ahora investigado. La propia Nerea se lo presentó la última noche que la vio con vida. «A Julio lo he visto una vez. Lo conocí la noche de Reyes, porque mi hija cenó en casa con nosotros y cuando él a buscarla me lo presentó como su novio. Fueron diez minutos y no volví a verlo más». Tampoco volvió a ver a Nerea. Más tarde, tras interponer la denuncia por su desaparición, se enteró por amigos de que Julio maltrataba a su hija. «Yo sospeché siempre de él, desde el principio, y así se lo dije a la Policía», cuenta ahora.

Sin llegar a cuestionar la investigación que hicieron los agentes, sí considera que «en un principio estaban desorientados, creo que no sabían muy bien por donde tirar». Eso sí, agradece que en todos estos meses, y pese a que el caso por momentos parecía estancado, no tiraran la toalla y siguieran buscando a un sospechoso. «Cuando me dieron que habían reunido las pruebas suficientes para detenerlo sentí alivio, mucho alivio, y les di las gracias por no haber cerrado el caso de mi hija», cuenta.

Personada ya en el asunto con un abogado, la madre de Nerea ejercerá la acusación particular porque ahora lo que quiere es que se haga justicia. «Mi hija está muerta porque la mataron y yo no pienso parar hasta que se juzgue a esa persona», advierte en relación a Julio G. S., quien esta misma semana, durante una reconstrucción de las últimas horas de vida de Nerea, reconoció haber estado con ella en un motel de Barbadás. Fue la última persona que la vio con vida y sobre él pesan varios indicios que lo relacionan con su muerte, entre los que figuran su amplio historial delictivo y sus denuncias anteriores por violencia hacia otras exparejas. Habrá que ver si son o no suficientes para acusarlo y, en su caso, condenarlo por la muerte de Nerea, que según los forenses se produjo al sufrir un fuerte golpe en la cabeza tras caer al río Barbadás. La zona en la que murió se encuentra a poco mas de 300 metros del motel en el que fue vista con el sospechoso.

«Yo sabía que o se la habían llevado de forma involuntaria o la habían matado», asegura ahora su madre, que durante muchas semanas «empapeló» las calles de la capital ourensana con carteles con la foto de su hija desaparecida. El mundo se le vino encima cuando se encontró su cadáver. «Cuando tuve la certeza de que ya no iba a volver a verla, algo se rompió dentro de mí».

La investigación policial

La comisaría de la Policía Nacional en Ourense explicó, en un comunicado, cómo se fue desarrollando la investigación de este caso. El día que la madre de Nerea presentó la denuncia por su desaparición ya declaró el sospechoso, entonces pareja de la joven, ante los agentes que se ocupaban de las averiguaciones. 

Julio G. S. dijo ese primer día, el 5 de febrero, que había estado con Nerea en el motel Cancún el 13 de enero y que la joven había sido detenida ese día por la Guardia Civil y había ingresado en prisión, por lo que él, según su versión, ya no la vio más.

Sin embargo, los investigadores comprobaron que la chica había sido vista con el sospechoso por última vez el 15 de enero a las 20.45 horas en los accesos al motel; ambos huían por un sendero.Julito regresó al alojamiento a la 1.00 de la madrugada del 16 de enero, sin ella, y en visible estado de nerviosismo, según la policía. Además, los testigos negaron que en aquella jornada se hubiese visto por la zona a ninguna patrulla de la Guardia Civil. 

El «falso testimonio» de Julio G.S.del 5 de febrero, sumadas a las versiones contradictorias que este mantuvo ante conocidos o familiares para explicar la ausencia de la joven, fueron los primeros indicios que la policía apuntó en contra del joven cuando aparecieron los restos de la chica con signos de violencia en el arroyo seco cercano a la aldea abandonda de Os Muiños. El lunes pasado, el investigado, que estaba en prisión por otra causa, fue llevado a la zona para una recostrucción de los hechos. En todo momento, el investigado se acogió a su derecho a no declarar, según la policía y fue puesto en libertad provisional por este caso, ya que el sospechoso ya es interno penitenciario.