Los no adscritos ya son tercera fuerza política en Ourense, donde Jácome gobierna con el apoyo de otros dos ediles

Miguel Ascón Belver
MIguel Ascón OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Santi M. Amil

Los tres concejales díscolos que aún seguían en Democracia Ourensana anunciaron su pase a no adscritos

14 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Parecía imposible que la corporación del Concello de Ourense estuviese aún más fragmentada, pero la situación política en el ciudad sigue complicándose. Este jueves los tres concejales díscolos que aún seguían en Democracia Ourensana anunciaron su pase a no adscritos. Y solo unas horas después hizo lo mismo Laureano Bermejo, hasta ahora concejal de Ciudadanos. Todos seguirán como ediles, pero sin siglas políticas que les amparen, con menos tiempo de intervención en los plenos, sin asesores y sin sueldos. Además, su voto no contaría para una eventual moción de censura.

Los nuevos no adscritos se unen a Manuel Álvarez, el único que había en esta situación en la corporación y que también formaba parte de DO hasta su expulsión hace unas semanas. Ahora hay, por lo tanto, cinco no adscritos y podría considerárseles la tercera fuerza del Concello de Ourense. Hay ya más ediles con esa situación que los que tiene el gobierno de Democracia Ourensana (3), el BNG (2) o Ciudadanos (que ahora se queda con solo un representante, José Araújo, a la espera de que el secretario municipal informe si es posible mantener el grupo con un único edil).

Los tres nuevos ex de DO y el de Ciudadanos comparten destino como no adscritos, pero sus motivaciones para dar este paso son diferentes. Los de Democracia Ourensana —Miguel Caride, María del Mar Fernández Dibuja y María Teresa Rodríguez Garrido— mantienen un encendido enfrentamiento con el alcalde y líder de la formación, Gonzalo Pérez Jácome, desde que lo denunciaron por irregularidades en la gestión económica del partido. En el caso del adiós de Bermejo, los motivos de la maniobra exceden lo local. El que fuera secretario de Organización del partido en Galicia llevaba tiempo apartado de la toma de decisiones y estaba enfrentado con la dirección estatal y gallega.