El poder del fútbol. Florentino Pérez se ha adueñado del debate público desde que el domingo se anunciara la creación de la Superliga europea, con él como presidente. Su vecina Ayuso, que estaba como pez en el agua siendo protagonista de la conversación nacional con sus elecciones autonómicas, ¿se habrá tomado un respiro o se estará tirando de los pelos por no haber tenido antes esa idea tan liberal? Si ese tipo de deporte ya nos quedaba lejos a los ourensanos, ahora más. Sin ponerlo tan negro sobre blanco ni con presentaciones públicas como esta, ya hemos sufrido en Ourense las consecuencias de no poder entrar en esos clubes de ricos. Recordemos lo que le hicieron al COB con su último ascenso a la ACB, otra liga que soñaba con estar cerrada, con clubes potentes y no periféricos y pobres como Ourense.
Pero decidan lo que decidan, eso solo podremos verlo por televisión, salvo que algún amigo ricachón o con intereses por hacernos un favor nos regale una entrada para ver uno de esos partidos. Nuestras superligas son otras. La que quiere jugar el Aceites Abril de voleibol femenino si gana la fase de ascenso este fin de semana. La que aspira a jugar Carmelitas si sube a una Liga Femenina 2, donde comenzó su carrera semiprofesional la drafteada Raquel Carrera, y las que cada fin de semana juegan nuestros equipos de fútbol, ahora en Tercera División en O Couto o Espiñedo. Pero que tampoco se sientan ofendidas federaciones y organizaciones supranacionales del fútbol por esta Superliga. Lo que les duele es el dinero, no el juego.