El sonrojo de la vergüenza ajena

Ruth Nóvoa de Manuel
Ruth Nóvoa DE REOJO

OURENSE CIUDAD

13 abr 2021 . Actualizado a las 00:24 h.

La vergüenza ajena es una cosa curiosa. Es raro que puedas ponerte colorado y sentirte incómodo cuando el ridículo lo está haciendo otro y tú ni tienes nada que ver. Personalmente, lo llevo fatal. No sabes donde meterte, bajas la cabeza y clavas la mirada en tus rodillas o haces como que diriges la vista hacia otro lado, como que has perdido el sentido del oído, para no tener que enterarte de nada y pasar el trance cuanto antes.

Vivimos en una sociedad (¿o en una ciudad?) en la que las personas con algo de decoro tienen muchas posibilidades de verse en una situación embarazosa que acabe derivando en un suspiro y una exclamación: ¡Ay qué vergüenza!

En el pleno municipal del Concello de Ourense, celebrado el viernes y con una agónica duración de más de diez horas, ni la modalidad telemática ni las mascarillas que algunos lucían eran capaces de disimular la sensación de vergüenza ajena que unos pocos sentían mientras se iba desarrollando un debate que, a la postre, resultó prácticamente estéril. Había quien se echaba las manos a la cabeza.

Al secretario del Concello se le notaba que empiezan a consumirlo estas sesiones plenarias. «¿Qué será lo próximo?», llegó a preguntarse.

Desde las filas socialistas Natalia González se sinceraba con tristeza: «O peor momento da política ourensá é o que estamos a vivir a día de hoxe, e mira que vivimos cousas. Se son franca non hai un momento peor que o que estamos vivindo a día de hoxe».

El nacionalista Luis Seara aprovechaba los ruegos y preguntas para pedir perdón a los vecinos de la ciudad «polo lamentable e bochornoso espectáculo».

En otro momento Pepe Araújo, de Ciudadanos, resumía parte del pleno en una frase: «O PP e o PSOE non están sendo útiles para resolver os problemas da cidade».

Porque aunque haya muchos momentos en los que el apuro lo haga pasar el alcalde no hay que olvidar que la historia de esta corporación también la están escribiendo estas dos formaciones. El viernes no dudaron (una vez más) en escupirse expresiones como «infección» o «parásito». No sé qué me preocupa más. Que sea un insulto o una definición. Y mientras, los ciudadanos, absolutamente sonrojados, son incapaces de sacudirse el pudor.