«El secreto es que hay que ser constante, este trabajo es muy esclavo»

Cándida Andaluz Corujo
cándida andaluz OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Santi M. Amil

Sergio Souto Domínguez creó Panadería Tito, con 14 tiendas en Ourense

01 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Sergio Souto Domínguez, Tito, comenzó en el mundo del pan con 18 años, junto a su madre, en Ribela, Coles. Ellos dos -su padre era maestro- empezaron a trabajar en un pequeño horno. Más de cincuenta años después, Panadería Tito tiene 14 tiendas en Ourense y en la empresa trabajan cincuenta personas.

Recuerda la valentía de su madre para echar a andar el negocio, cuando repartían en burro por los pueblos de alrededor. «Fuimos progresando poco a poco, hasta que con el tiempo compramos un motocarro y pudimos extendernos y contratar a algún obrero. Y así hasta hoy», relata. ¿Cómo ha sido posible? «El secreto es que hay que ser constante, este trabajo es muy esclavo. Empecé de la nada, con dinero prestado. No se trata de acabar e irte para casa, hay que agarrarse al negocio y nosotros lo hicimos: mi madre, mi mujer, mis hijos, todos repartíamos. Fue mucho esfuerzo, pero nos sonrió la vida», resume.

Aún así, es panadero de vocación: «Para el que le gusta es bonito, porque ves el producto de principio a fin. Incluso ahora, que estoy algo apartado, me gusta». Recuerda las noches en las que él y su mujer preparaban el pan mientras cenaban en el horno y cómo sus hijos jugaban y se quedaban dormidos encima de los sacos de harina. Sin embargo, no quería que ellos siguieran en el negocio: «No quisieron estudiar y empezaron conmigo». Ellos son Sergio, José Manuel y Milagros. Su cuarta hija tomó otro camino y es guardia civil en Toledo.

Los recuerdos de los hijos también van ligados al horno y al pan. «Para nosotros, cuando éramos pequeños, estar en el horno era como un juego. Con 18 años empecé ya a trabajar con mi padre [hoy tiene 55] y aunque al principio no me gustaba, le cogí gusto a con el tiempo. Es mucho esfuerzo, yo veía a mi padre trabajando muchas horas, ahora es diferente porque la maquinaria está mas avanzada y no trabajamos tanto de noche», dice Sergio, que afirma que con el tiempo fue valorando el esfuerzo de su padre y del trabajo.

¿Todavía manda mucho vuestro padre? «Lo normal, es que le gustan las cosas bien hechas y que nos preocupemos por el producto. De mi padre aprendí a valorar mucho lo que es el trabajo, me inculcó lo que es la panadería y su sacrificio. Él está al pie del cañón, viene todos los días», apunta. Actualmente una de las hijas de Sergio (nieta de Tito) y el marido de esta también están en la empresa. «Cuando éramos pequeños era raro que fuésemos toda la familia de vacaciones. A veces, salíamos los domingos de madrugada de viaje a la playa, hasta Pontevedra, y volvíamos por la noche. Sobre las once mis padres ya empezaban a trabajar, se sacrificaban mucho. Antes la panadería estaba en el pueblo, era pequeña, y ahora mira en lo que se ha convertido», afirma señalando la nave de Panadería Tito, que ocupa hoy lo que antes era una granja de animales, propiedad de la familia, también en Ribela.

Jose Manuel Souto Prada tiene 52 años y con 16 años entró a trabajar junto a su padre: «Tengo muchos recuerdos. Siempre queríamos ir a la panadería para ver qué era y jugar, enredar con la harina, con los carros». Empezó a trabajar por obligación, al no querer estudiar. Con el tiempo supo valorar la profesión, confiesa. «Él siempre esta ahí para apoyarnos y enseñarnos», afirma sobre su padre. En su caso, tiene tres hijos que, de momento, han tomado distintos caminos. «No me gustaría que acabaran aquí, prefiero que estudien, porque esto es muy esclavo. No es feo, pero son muchas horas», afirma.

De su padre, dice, aprendió sobre todo a hacer masas de pan y empanada. «Y sigo aprendiendo día a día de él», añade. Señala que es todo un reto y una responsabilidad tomar las riendas del negocio. Sin embargo, apunta que intenta no ser tan sacrificado como su padre. «Para él esto es toda su vida, para mí es importante, pero creo que también lo es poder disfrutar de muchas otras cosas», añade.

En casa de los Souto Prada no se cumple el dicho de «En casa del herrero, cuchillo de palo». Ellos comen pan de Tito. Más de lo que deberían, confiesan entre risas.

 

«Cuando abría una tienda lo hacía al lado de un supermercado»

Sergio Souto, Tito, comenzó en el mundo del pan recién cumplidos los 18 años. Aunque en su familia directa no había panaderos, sí tuvo primos y tíos que siguieron esta senda. Afirma que él fue uno de los primeros en poner panadería propia en la capital y no de cualquier manera: «Cuando abría una tienda lo hacía al lado de un supermercado, cuando estos aparecieron en Ourense, para que la gente comprara el pan, bueno, cuando saliera», explica. En este punto, afirma que hoy es difícil competir con los precios y la crisis. Su pan se exporta a Cataluña y Madrid, y en menos cantidad a A Coruña y Pontevedra. También han notado el efecto del cierre de la hostelería, que mide en el número de palés que envía diariamente. «Nos ha tocado mucho la crisis. La gente sigue comiendo pan, que es algo básico, y los hosteleros apuestan por buenos panes, sobre todo en Cataluña, pero ahora, con todo cerrado, no enviamos ni la mitad que hacíamos hace un año», relata. Aún así, y de momento, no ha tenido que reducir plantilla y, además, ha diversificado el negocio abriendo Bakery & Coffe Tito en la capital.

Quiénes son

El padre. Sergio Souto Domínguez tiene 75 años y nació en Ribela, Coles, donde creó su negocio y sigue trabajando. Actualmente, 50 personas trabaja en el negocio.

Los hijos. Sergio y José Manuel tienen 55 y 52 años, respectivamente. Junto a su hermana, Milagros, han seguido la tradición y trabajan en Panadería Tito. Otros familiares se han ido uniendo con los años al negocio.