«Coloqué la primera peluca de caballero en Ourense y fue un éxito»

OURENSE CIUDAD

Santi M. Amil

Antonio Rodríguez fundó Peluquería Salamanca, en pleno parque de San Lázaro y por donde pasaron miles de ourensanos

15 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Tiene 88 años, cumplidos el pasado 6 de noviembre, sigue conduciendo, no usa bastón y fuma. Antonio Rodríguez Fernández es de esos hombres que pasan por la vida disfrutando cada segundo. No tiene secretos de longevidad, aunque escuchándolo da la sensación, por su amplia sonrisa, de que alguna pista tiene. Empezó en el mundo de la peluquería muy jovencito más por motivos económicos que por vocación. Sin embargo, el peine y las tijeras se convirtieron en su pasión. Nació en Biduedo (Cea), y a los pocos meses se quedó sin padre. Su madre, con cinco hijos, se trasladó a la capital ourensana. «Estuve en el colegio hasta los 11 o 12 años y ya me fui de pinche a la peluquería León en la calle Progreso. El maestro era de la banda de música de Ourense y también le limpiaba el trombón. Un tío mio era el barbero del pueblo, pero empecé en esto como podría haberlo hecho en otra cosa», recuerda. Entonces su labores consistían en barrer, cepillar a los clientes y hacer recados. «Recuerdo que iba a por el agua. De aquella no había casi bares y la guardábamos en un botijo para que estuviera fresca. Y a por el agua caliente para los afeitados, a la Burga», relata. Eran mediados de los 50 del pasado siglo. Empezó a coger gusto por la profesión y pronto se trasladó a otra peluquería de A Ponte porque, explica, en los barrios dejaban que los pinches pudieran empezar a cortar. «Ya tenía muchas ganas de aprender», dice. Su siguiente destino fue la calle Cervantes en otro local . Pero con 18 años cambió de negocio y empezó a trabajar con el que dice era el mejor maestro de peluquería que había en Ourense, Luis Moure. «La peluquería estaba cerca del parque de San Lázaro, allí me hice un profesional, me enseñaron todo. El parque no tiene nada que ver con lo que es hoy. Era todo tierra y jugábamos a la pelota. Solo había casas pequeñas», recuerda. Tras un tiempo, Antonio y su compañero se hicieron cargo del negocio, pero el dueño decidió, más tarde, venderlo a otra persona. «Me sentó tan mal aquello que fue cuando pensé en establecerme por mi cuenta porque los clientes eran todos nuestros». Y así nació peluquería Salamanca, en pleno parque de San Lázaro. Un negocio de unos 50 años que desapareció cuando Antonio se jubiló, hace 13. «Este barrio [se refiere al parque de San Lázaro] empezaba a ser el de los médicos, sanatorios, abogados, aquí estaba todo... Los turistas que venían por aquí le pusieron de mote barrio de Salamanca, porque era como la zona de ricos de Madrid. Y me pareció buen nombre».

Así empezó por su cuenta en una pequeña casita: «Era la del doctor Parada y alquilé el bajo. Traje a un compañero y empecé». Anécdotas hay miles, tantas como ourensanos que pasaron por sus manos. «Vienen muchas imágenes a la cabeza. Me tuve que adaptar a los cambios, a los tiempos. Tenía clientes de todos los días que venían a afeitarse y una vez al mes a cortarse o a arreglarse el cuello. Y con el tiempo me dediqué a poner pelucas a los calvos. Me puse en contacto con una casa especializada y coloqué la primera peluca para caballeros en Ourense y fue todo un éxito. La tenía el dueño de un bar y me trajo una cantidad tremenda de clientes para colocarlas», explica.

«Hay hombres muy muy presumidos. Y es que llevar bien el pelo tiene mucha importancia. Una cabeza bien arreglada tanto en mujeres como en hombres me encanta. La profesión nuestra ahora, me refiero a la de los caballeros, no me gusta. Cortar el pelo es un arte», presume. Antonio también se siente orgulloso de lo que consiguió para el sector cuando fue presidente de la asociación ourensana. Eran años en los que se trabajaba de lunes a domingo, hasta las doce de la noche y por dos reales -explica- y él luchó y consiguió que pudieran cerrar los sábados por la tarde y los domingos y subir las tarifas, con algún que otro encontronazo con el gobernador de la época. «Quería hacer algo mejor de la profesión, los gobernadores eran clientes míos y buenas personas, pero yo tenía que luchar por la profesión», recalca. Es uno de sus muchos legados.

«Mi niñez en el barrio de O Couto me marco para siempre»

Antonio está casado y tiene tres hijos: Marco Antonio, Rosa Milagros y María Dolores. A su mujer la conoció en el Paseo. «El 90 % de los matrimonios de la época se hicieron allí», dice. Ella, su compañera de vida, es Lolita Seoane, peluquera de una conocida saga del sector en Ourense. Ninguno de los descendientes quiso dedicarse a este mundo, aunque una de ellas es esteticista. Antonio asegura que tuvo una vida plena y que no cambiaría nada, aunque deja caer que quizás hubiera sido buen estudiante. Y, aunque está jubilado, alguna vez hace favores amigos y coge las tijeras de nuevo. Es una apasionado de la ciudad, aunque es consciente de la situación crítica y de incerteza que se vive. «A mí me gusta Ourense», dije entusiasmado. Y enseguida viaja a sus tiempos de niñez en O Couto: «Recuerdo que cuando había fútbol para los chavales era toda una fiesta. Y algo que a los niños de O Couto de aquella época nos marcó mucho fue la llegada de la virgen de Fátima. Los que fuimos chavales entonces lo vivimos como algo maravilloso. Salíamos todos a la calle... Mi niñez en el barrio de O Couto me marcó para siempre. Eso es algo que no se olvida».

¿Quién es?

DNI. Antonio Rodríguez Fernández tiene 88 años y fundó Peluquería Salamanca ubicada, hasta hace 13 años, en el parque de San Lázaro.

Su rincón. En el parque no solo desarrolló su profesión, sino que disfrutó de su juventud con amigos jugando al fútbol. Hoy, jubilado, le gusta sentarse en alguno de los bancos para pensar y descansar.