Los polígonos se resienten con el cierre perimetral de la ciudad

Cándida Andaluz Corujo
c. andaluz OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Íria Rodríguez

«El sábado por la tarde no entró ni un cliente», dice la empleada de una mueblería

03 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La restricción de movilidad perimetral de los concellos de Ourense y Barbadás no solo ha afectado a los vecinos de estos municipios y a sus comerciantes, sino también a los de ayuntamientos fronterizos que tienen en la capital ourensana el grueso de su clientela. Esta circunstancia se nota especialmente en los polígonos industriales cercanos a la capital como es el de Barreiros que, desde hace casi un mes, sufren las consecuencias del avance de la pandemia del covid-19.

«Si vas a comprar un coche, lógicamente quieres verlo y probarlo», afirma Aaron Conde Fernández, de DC Autos Automotive. «Si hablamos de coches caros que están de ocasión a la gente no le importa esperar, aunque tengan que venir de otros puntos de Galicia, pero no sucede lo mismo con el resto. Es más, tengo un coche con un cliente de Ferrol que quiere venir a verlo y esta muy interesado, pero no puede. Y está claro que si en este tiempo encuentra uno parecido en su localidad no va a desplazarse hasta aquí», relata. Para sobrellevar la situación intentan dar un empuje a través de las redes sociales, sobre todo de cara a final de año en un sector, el del automóvil, que siempre da el do de pecho en estas fechas. «Tendemos a sacar los máximos posible para tener que pagar los menos impuestos posibles. El cierre de marzo fue mejor, porque al acabar la gente tenía ganas de venir y se vendieron muchos coches. Ahora, con la situación de la economía... El bajón se nota desde hace un mes».

Iria Rodríguez

María Dolores Dasilva trabaja también en el polígono Barreiros, en Liquidación Ourense. «Desde que se cerró la capital el polígono se está muriendo, aquí no hay nadie, no puede subir la gente... Parece que los que estamos con restricciones somos los de los polígonos y no los de Ourense o Barbadás», explica. Y pone como ejemplo este último sábado: «Tengo clientes esperando para ver sofás cuando acaben las restricciones, pero no sé si podrán esperar. Por ejemplo, el sábado pasado no vino nadie, estuve toda la tarde sola. Y además nos quedamos sin luz. Al final no compensa estar abiertos, pero hay que seguir. No recuerdo tiempos peores». Cerca de esta mueblería hay otras del ramo y algunas centradas en la decoración e iluminación del hogar. Este tipo de establecimientos, que venden al por menor, notan más que el resto la falta de clientes.

Iria Rodríguez

«Normalmente en estas épocas del año hay mucho movimiento y este pasado fin de semana fue triste», dice una empleada de Mandarina Home. «Por la mañana ves coches, pero son de la gente que trabaja aquí. Pensaba que las Navidades iban a ser buenas pero con este ritmo... Algunos se han animado pero no como otros años. Vendemos sobre todo a los comerciantes para que decoren sus tiendas y negocios. Y este año... Cogen cuatro cosas, poco. Los negocios ya tendrían que tener las cosas puestas pero ya creemos que no va a ser como años anteriores», dice resignada.