En la iglesia de la Inmaculada el párroco predica con el ejemplo

María Doallo Freire
maría doallo OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

El párroco de la Inmaculada, Alberto Diéguez, junto a algunos voluntarios
El párroco de la Inmaculada, Alberto Diéguez, junto a algunos voluntarios Santi M. Amil

La parroquia ourensana está colaborando con más de ochenta familias necesitadas durante el estado de alarma

23 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La parroquia ourensana de la Inmaculada lleva a cabo una labor caritativa a lo largo de todo el año que cubre las necesidades básicas de 65 familias de entre uno y seis miembros. La crisis del coronavirus ha provocado que este número haya aumentado en las últimas semanas. «Durante la primera semana del estado de alarma recibimos una media de dos familias nuevas cada día. Actualmente el número se ha estabilizado en torno a las ochenta -quince más que antes de la crisis-, pero seguimos manteniendo nuestra máxima de nunca negar ayuda a nadie», explica Alberto Diéguez Mosquera, párroco de la Inmaculada desde hace seis años. El único requisito que necesita cualquier persona para dirigirse a esta parroquia de Ourense es contar con un informe social en el que esté recogida su situación económica o laboral.

Hasta el momento ha sido posible abastecer de bienes fundamentales a todas las personas que lo han solicitado, a pesar del incremento significativo de familias, gracias, en parte, a una ayuda europea. «Fue aceptada antes de que nos viésemos inmersos en esta situación, y en los primeros días de confinamiento la recibimos. Cinco toneladas de alimentos que pudimos descargar gracias a la colaboración de varios miembros de Protección Civil», afirma el sacerdote. En su acción solidaria la parroquia cuenta con ocho voluntarios fijos y algunos más que colaboran como refuerzo en determinadas campañas o en circunstancias como la actual. Ordenar los alimentos en el almacén, distribuirlos en paquetes para cada familia, organizar la recogida por parte de estas... todo bajo la debida precaución. «Además de usar material de protección, ya desde el principio decidimos que el reparto se haría con cita previa para evitar aglomeraciones de gente», relata Diéguez.

Una de las medidas que se están llevando a cabo en la Inmaculada con el fin de poder ayudar de la mejor forma posible es la entrega de bonos sociales. Se trata de tiques canjeables en una serie de supermercados con los que la parroquia colabora. «Su valor oscilará entre los 30 y los 60 euros, dependiendo del número de miembros de la familia. Son bonos para hacer la compra en una fecha concreta o en Froiz o en Plenus. Se nos ocurrió que sería una forma adecuada de evitar el contacto y así facilitar que cada persona se haga con los productos que más necesita», explica el párroco.

Tras más de un mes de confinamiento y sin poder contar con las recolectas que se hacen en la iglesia cada primer domingo de mes, que van dirigidas directamente a la labor caritativa, Alberto Diéguez decidió donar su propia nómina y habilitar una cuenta para donaciones. «Parte de mi salario iba incluido en la aportación de 35.000 euros a Cáritas que realizó el Jueves Santo el Fondo para la Sustentación del Clero de la diócesis de Ourense. Pero decidí donar el resto a la parroquia porque es donde más se necesita y creo que es importante predicar con el ejemplo. El almacén está casi vacío y la cuenta también lo estaba», afirma. En dos días la cifra aumentó a 2.500 euros y se espera que poco a poco vayan llegando más donaciones.

El párroco de la Inmaculada cuando no se encuentra colaborando desde la iglesia, pasa la cuarentena junto a sus padres en una aldea situada entre Cea y Maside. «Rezo todo lo que puedo, es algo que me da paz y luz dentro de toda la tristeza que me produce esta situación. Creo que ahora más que nunca debemos tener esperanza y estar unidos», finaliza.

«Durante la primera semana recibimos una media de dos familias nuevas cada día»

«Decidí donar mi salario a la parroquia porque es donde más se necesita»