El día a día en un juzgado cerrado al publico: «Lo urgente se resuelve»

Marta Vázquez Fernández
mARTA vázquez OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

cedida

Caen los detenidos en las guardias y priman las gestiones por vía telemática

13 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El 13 de marzo se celebraron en los juzgados penales de la capital ourensana varios juicios. Ese mismo día una sala de lo civil acogió algunas bodas y en los pasillos del edificio de O Couto era continuo el ir y venir de gente. En unas pocas horas todo cambió. Era ya inminente la declaración del estado de alarma y a primera hora de esa misma tarde el juez decano, Leonardo Álvarez, dictó una primera instrucción según la cual a partir de ese momento el edificio quedaba cerrado al público. Han sido muchas las cuestiones que se han tenido que resolver desde entonces y, cuatro semanas después de aquello, no se han vuelto a celebrar juicios y la actividad judicial sigue en mínimos. Pero sigue. «Como magistrado el trabajo es ahora algo mas relajado; al estar paralizada la actividad judicial estas relegado a trabajar en casa y mirar cosas pendientes, salvo cuando toca la guardia», explica el magistrado Leonardo Álvarez, que asegura que en esas guardias, que se repartan de martes a martes entre los tres juzgados de instrucción de la capital, hay ahora menos actividad. «La gente está en casa, las fuerzas de seguridad están en la calle, el Ejército está desplegado y hay menos oportunidades para delinquir. Aquí en tres días solo ha habido un detenido y esa es una cifra baja en comparación con lo habitual».

Al haberse suspendido los juicios rápidos, ante una alcoholemia los agentes policiales elaboran un atestado y lo mandan al juzgado, «cuando en condiciones normales se celebraría un juicio rápido; lo único que se mueve es lo urgente, vamos un poco a ralentí», explica el togado.

Con las restricciones actuales, al edificio solo entra el personal que cubre servicios mínimos y quienes están con las guardias, mientras que el resto de funcionarios está en su casa trabajando. En la sexta planta, el fiscal jefe en funciones, Julián Pardinas, también acude a diario al despacho, al igual que los fiscales a quienes corresponden esos servicios.

Y es que pese a la extraña situación, la maquinaria judicial no se ha parado del todo. «Lo que sí que deben saber los ciudadanos es que los servicios urgentes funcionan con absoluta normalidad, el servicio de guardia presta servicio como siempre y las causas urgentes se tramitan; para cualquier problema, de la naturaleza que sea, el juzgado funciona de forma normal, la gente puede estar tranquila», recuerda el juez decano de Ourense.

Qué pasara después

Y sobre cómo repercutirá tanta suspensión de juicios cuando reabran las puertas del juzgado, el togado se muestra expectante, pero tranquilo. «Todavía venimos de una huelga de tres meses que fue brutal. En Ourense hubo juzgados que durante 90 días no movieron un papel y esta vez va a ser igual. Cuanto más tiempo dure el estado de alarma más atrasos va a haber, pero ahora mismo lo más importante es la salud de la gente», asegura.

Mientras eso no llega, el juzgado celebra comparecencias por videoconferencia «en las que funciona todo perfectamente», explica el decano. Se ha puesto en marcha un sistema informático que permite la participación de múltiples intervinientes. «Se conecta el fiscal, el detenido desde comisaría, el abogado desde su casa y el juez», cuenta el magistrado, que valora la implicación de todos. «Lo que estoy notando en esta crisis es que todo el mundo colabora; estoy en contacto permanente con la decana del colegio de abogados y desde ahí todos son facilidades, igual que desde las fuerzas y cuerpos del estado, los fiscales, los letrados de la administración de justicia; está fluyendo una gran solidaridad».

Decisiones continuas en una situación que nunca antes se había producido

Ser juez decano ha supuesto para el de Ourense tener que tomar decisiones rápidas en una situación que no se había vivido antes en este país. «Han sido días duros, porque ha habido que resolver muchas cosas», cuenta Leonardo Álvarez. Y lo explica. «Recibimos información nueva a cada momento, y cuando llega hay que leerla, filtrarla y traducirla», advierte. Los primeros días del estado de alarma fueron especialmente complejos. «Hubo que acordar el turno de servicios mínimos entre los compañeros, el problema del régimen de visitas en divorcios, el sistema informático para videoconferencias, el horario del registro, la verdad es que ha sido un sinvivir».

Y quizás haya aún que resolver muchos más porque a medida que pasan los días, van surgiendo cosas. «Al servicio común de notificaciones llegan escritos, alguien tiene que verlos y valorarlos y ahí no tenemos a nadie; tienen que ir los funcionarios de guardia y si es algo importante llaman al funcionario; yo creo que ahí debería haber un trabajador presencial», explica, señalando además que de momento las muertes por coronavirus no han colapsado el registro.

Fuera de las guardias, en casa

Como el resto de magistrados de los juzgados de instrucción de Ourense, cuando no está de guardia Leonardo Álvarez trabaja en casa. «Desde mi ordenador accedo a cualquier causa y puedo hacer cualquier resolución», explica. Salvo causas urgentes o asuntos con preso, todos los plazos judiciales están suspendidos. La justicia, a medio gas.