Saludos entre desconocidos y silencio generalizado en la ciudad

OURENSE CIUDAD

Santi M. Amil

En Ourense, extraños entre sí se decían «hola» y «adiós» al coincidir en las calles, casi vacías a lo largo del domingo

16 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

En la ciudad, donde ver a extraños saludarse entre sí es una escena difícil de imaginar, la situación de cuarentena está llevando precisamente a que los desconocidos, ante el escaso flujo de vecinos por las calles de Ourense, se digan «hola» y «adiós». Ocurría en el entorno del casco viejo al mediodía, cuando algunos aprovecharon para bajar a comprar el pan. Cerca del Puente Romano, pese a las advertencias de las autoridades, circulaba un ciclista en dirección a la salida de la ciudad.

Al otro lado del río, en Oira, los parques amanecían precintados y apenas alguna que otra pareja se daba un garbeo por las inmediaciones del Miño. De fondo se escuchaba la lluvia y el agua chocando contra los rápidos, pero poco más. La zona, mirase hacia donde se mirase, parecía un pueblo fantasma.

Y en el entorno del campus, donde habitualmente hay trasiego de coches y alumnos que acuden a las facultades e instalaciones deportivas universitarias, lo único que se veía en la lejanía era un señor paseando su perro, hasta que fue advertido por el guardia de seguridad privada que patrullaba con su coche por allí.

«Siento la necesidad de cerrar si tengo empleados a mi cargo»

A la izquierda, Paula Monteira, encargada de la tienda La Cazuela
A la izquierda, Paula Monteira, encargada de la tienda La Cazuela Santi M. Amil

Al contrario que los supermercados y otras tiendas de comida para llevar, en La Cazuela han tomado la decisión de cerrar sus puertas a partir de este lunes. El pequeño negocio situado en la calle Bedoya, que regenta Paula Monteira, cuenta con cuatro empleadas y este domingo apuraba sus últimas ventas antes de bajar la verja de cara a los próximos días por el estado de alarma. No tendrían por qué hacerlo, pero Monteira abogó por dar prioridad a la seguridad de sus trabajadoras por el contacto casi constante que mantienen con clientes en el día a día. En su nevera todavía quedaban algunos zancos de pollo, arroz y ensaladilla. «Y es verdad que habrá cadenas o marcas que seguirán abriendo durante la semana que viene, pero yo siento la necesidad de hacer esto si tengo empleados a mi cargo», contaba.

La venta de comida a domicilio se mantenía este domingo. A ratos, el silencio de las calles por el centro de la ciudad se rompía con el paso de algún motorista que llevaba hamburguesas, pizzas y, en general comida preparada. Pero en casi todos los negocios de esta índole primó la adquisición cara a cara.