Los «millennial» no asocian elaboración tradicional con los productos naturales

Maruxa Alfonso Laya
M. Alfonso REDACCIÓN / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

La facultad de Ourense tiene un laboratorio donde analizan el comportamiento del consumidor

28 feb 2020 . Actualizado a las 22:50 h.

¿Qué entiende el consumidor que es un producto natural? Esa es la pregunta a la que han tratado de responder los responsables del grupo de investigación en Análisis Económico, Contabilidad y Financias de la facultad de Ourense, dependiente de la Universidad de Vigo. Para ello cuentan con un laboratorio de cata, en el que sometieron a 372 consumidores a una experiencia real de mercado, en la que se simulaba una situación real de compra con el fin de conocer qué entienden ellos cuando una marca de productos agroalimentarios les habla de un producto natural. Se centraron en los millennial, que es un grupo de edad que tiene una concepción muy distinta a la de otras generaciones y que, además, «son impulsores de tendencias presentes y futuras en el consumo de alimentos», explica Ernesto López-Valeiras, integrante del grupo de investigación que llevó a cabo el estudio. Los resultados, que fueron presentados en unas jornadas sobre los retos estratégicos del sector agroalimentario organizadas por el Clúster Alimentario de Galicia, son sorprendentes. Y es que este grupo de consumidores no considera que una elaboración tradicional vaya asociada a un producto natural.

«Los productos ecológicos o biodinámicos están certificados y tienen una reglamentación clara que cumplir, con los naturales no sucede lo mismo», añade López-Valeiras, que elaboró este estudio junto con Eloi Jorge y María Beatriz González-Sánchez. Cuenta que son muchas las empresas que están utilizando esa denominación para sus productos, «pero esta puede tener diferentes atributos en función del consumidor, porque no todos entendemos lo mismo». Es por ello que su equipo decidió «investigar qué atributos utiliza el consumidor a la hora de describir un producto natural», añade.

Los investigadores sometieron a 372 consumidores a una experiencia real de mercado Los alimentos con un bajo grado de procesamiento, que proceden de una producción local o que carecen de ingredientes artificiales. Eso es lo que los millennial consideran que son productos naturales. También, aquellos que carecen de ingredientes artificiales, de conservantes, de aditivos, de colorantes y de potenciadores del sabor artificiales. Engloban en esta misma categoría a aquellos productos libres de pesticidas y hormonas o en cuya elaboración no se han utilizado organismos genéticamente modificados. Sin embargo, dejan fuera de esta denominación a todos aquellos alimentos que se elaboraron siguiendo un método tradicional. «No entra en su concepto de natural la producción tradicional, cosa que en otras generaciones sí sucede», explica López-Valeiras.

La investigación entra ahora en su segunda fase, que está destinada a averiguar si los consumidores están dispuestos a pagar más por este tipo de productos. Concretamente, se tratará de responder a dos preguntas. La primera, ¿cuáles de estos atributos del producto le aportan valor? Y, la segunda, ¿cuáles son las creencias del consumidor que hacen que esté dispuesto a pagar más por un producto ecológico? «Creemos que toda esta información tiene muchas aplicaciones prácticas para las empresas. Les permite saber cómo se comporta el consumidor y cómo debe ser su política de comunicación para no crear mensajes que puedan resultar disonantes», añade López-Valeiras. Tradicional es un adjetivo que las marcas utilizan para promocionar sus productos y ahora saben que los millennial no lo valoran cuando buscan un producto que consideran natural.

Un grupo de investigación que ayuda a calcular los costes reales de producir uva

RGEAF son las siglas en inglés del grupo de investigación de Análisis Económico, Contabilidad y Financias de la facultad de Ourense. Y su cometido final va mucho más allá de los análisis de comportamiento de los consumidores. Porque otro de sus objetivos es el de diseñar e implementar herramientas que ayuden a gestionar las empresas. Se trata, en definitiva, de generar información que facilite la toma de decisiones por parte de la compañía. En este apartado se incluye el cálculo de los costes de producción y están especializados en el sector agrario, más concretamente, en el vitícola. Así, cuentan con un sistema que permite a los bodegueros calcular con exactitud cuáles son los costes de producir uva.

Explica López-Valeiras que, actualmente, un alto porcentaje de vino se vende a través de las grandes cadenas de alimentación, que siempre tienen una estricta política de precios. «Nosotros le decimos al bodeguero cuánto le cuesta producir un kilo de uva y, conociendo de forma precisa sus costes, sabe si le interesa o no la venta». Estos investigadores ofrecen mucha más información, como si una empresa es viable económicamente o si a otra le interesa diversificar su producción lanzando una nueva gama de productos. Su misión es, en definitiva, «generar información valiosa a partir de información contable y, en estos tiempos de mucha competitividad, creemos que es de mucha utilidad», cuenta el investigador. De hecho, añade, es un tipo de información que cada vez más demandan las empresas antes de tomar decisiones estratégicas.