Vázquez-Gulías, el arquitecto que dejó huella en Ourense sin estridencias

Maite Rodríguez Vázquez
Maite rodríguez OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Miguel Villar

Una mesa redonda cerró el ciclo de conferencias sobre el maestro ourensano

15 ene 2020 . Actualizado a las 17:22 h.

La figura y el trabajo que realizó el arquitecto ourensano Daniel Vázquez-Gulías (Beariz 1869-A Coruña 1937) sigue interesando, como se demostró con la cantidad de público que asistió en el Liceo a la mesa redonda que clausuró el ciclo de conferencias sobre el maestro, organizado por el centro cultural que lleva su nombre. El arquitecto Manuel Gallego Jorreto habló del balneario de O Carballiño, una obra elemental, concisa, según definió, y que parece «un prototipo de balneario», un lugar de reposo, con baños y con unas galerías que permiten contemplar la naturaleza, con una linterna y una torre que le dan una luz cenital hermosa. A Gallego le interesan sus proporciones, la sensibilidad del dibujo de las fachadas y su coherencia. «É humilde pero nunha gran arquitectura», resaltó.

Incidió el arquitecto ponente en que el balneario carballiñés, de 1900, lo hizo Vázquez-Gulías al tiempo que concebía su obra más cosmopolita, el balneario de A Toxa. Gallego Jorreto recordó que Gulías vivió en una época crítica, en el fin de siglo XIX, con la crisis en España que manifestó la Generación del 98, al tiempo que en Europa se vivía una efervescencia creativa. Gallego apuntó que la tendencia del historicismo la resolvió Gulías «coa súa elegancia e finura no debuxo». Gallego lanzó una reflexión: ¿Qué hacer con esto, cómo salvar la obra de Gulías y cómo entenderla cuando ya en esa época era distinta? «Por que nos interesa? Porque Galicia necesita cultura», avanzó. Entre el público surgió la pregunta si la intervención que se quiso hacer en la Casa Taboada ampliando volúmenes era irrespetuosa.

Miguel Villar

El catedrático de Historia del Arte Jesús Ángel Sánchez se retrotrajo a los años de formación de Gulías. Titulado en 1897 en la escuela de arquitectura de Madrid, fue coetáneo de Antonio Palacios. Sus maestros le inculcaron, dijo, el respeto por la historia y una actitud ecléctica. Fue un gran viajero y conoció las capitales europeas. Sánchez habló del primer gran encargo que recibió Vázquez-Gulías, el edificio del balneario en A Toxa, promovido por el marqués de Riestra. «Gulías planteó un edificio de estructura palaciega que no dejaba de ser funcional», dijo el ponente. No quiso repetir los hoteles chateaux franceses, sino que buscó una «arquitectura ligera, abierta». Ubicado en una isla, «el hotel genera un paisaje arquitectónico que Gulías resuelve magistralmente». Sánchez tocó el tema de su implicación con el modernismo en Ourense, una ciudad en la que «fue capaz de dejar huella, sin estridencias». Para Sánchez, Gulías era un «ecléctico suave» y, aunque conoció el modernismo, le parecía algo pasajero.

En el papel de Gulías en Ourense se centró más Emilio Fonseca. Al empezar a trabajar se encontró una ciudad muy parecida a su plano medieval, dijo. «Gulías ten unha visión urbanística da cidade». Fonseca habló de cómo creó las plazas Santa Eufemia y Bispo Cesáreo, trazando una alineación similar a la del hotel de A Toxa, aunque no lo pudo desarrollar del todo, pero sí se ven, en otros ejemplos, su idea de «arquitectura reproductiva».

José Ramón Soraluce lo calificó como un «arquitecto disperso, hizo de todo». Por su utilización de los adornos lo ve como un casi precursor del art déco. Se detuvo en el edificio del colegio Santo Ángel: «Hoy parece una obra rara pero es arquitectura para niños, una fantasía infantil».