Adicción y altruismo

María Doallo Freire
María Doallo NO SÉ NADA

OURENSE CIUDAD

20 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Últimamente me estoy dando cuenta de que tengo personalidad adictiva. Eso que cantaban los Pereza en mi época universitaria. «Y tú eres mi sustancia preferida...», seguían. Como siempre y como todas, era una canción de amor. En mi caso ese amor se traduce en vinculación a los míos y, por contagio, a lo nuestro, es decir a Ourense. Una ciudad de la que presumo y me enorgullezco desde que tengo uso de razón. Pero -últimamente también- estoy descubriendo que en esta ciudad, nuestra casa y hogar, existen pequeños resquicios de mal hacer que, al final, hacen mella en los que la vivimos. Por ejemplo: el Banco de Alimentos ourensano necesita voluntarios para la gran recogida de cara a Navidad. Es decir, personas que sean capaces de estar cuatro horas en un súper recogiendo productos para meterlos en una caja. Cuatro horas. Coger productos. Meterlos en una caja. Pues no hay manera, oye. Le explicaba Joey a Phoebe, en Friends, que las buenas acciones nunca son altruistas del todo porque nos ayudan a sentirnos bien y eso ya es una forma de cobro emocional, de recompensa, de motivación por encima de la ayuda prestada. Aquí no se trata de los motivos que te llevan a colaborar, tan solo se necesita esa colaboración en sí misma y creo que la petición es sencilla y posible para la mayoría de nosotros. Empecemos por ahí y luego ya veremos. Porque no solo van a ser criticables las ideas desorbitadas de los de arriba o los tramos de nacional mal cortados que provocan peligros palpables en carreteras milenarias. No. A veces hay que hacer autoexamen de conciencia y estar cuando se nos necesita, tal y como hemos hecho siempre.