Los abrazos rotos del museo

tareixa taboada OURENSE

OURENSE CIUDAD

Miguel Villar

El hiperrealismo poético de Fernando Prieto, en el Municipal de Ourense

07 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

«Dice la tradición que cada vez que abrazamos de verdad a alguien, ganamos un día de vida» Paulo Coelho.

La excelente calidad pictórica del artista hiperrealista Fernando Prieto se evidencia en la exposición Inquietudes que se presenta en la sala decana de la cultura ourensana, el prestigioso Museo Municipal, institución artística dirigida con compromiso y capacidad por Eva Torres.

El artista presenta una colección de 30 obras de un hiperrealismo subjetivo, poético y sensorial que desplaza el valor puramente material del fotorrealismo estético y plantea un desplazamiento onírico e intimista que traslada al episodio surreal. Sigue la propuesta lírico-metafísica de Magritte en su dialéctica de imágenes y en el rigor de su lenguaje y de una filosofía plástica, emocional y emocionante, convirtiendo en escenografía el espacio artístico percibido a través del filtro del telón que Magritte transforma en ventana. Y es en Prieto, el soporte de la creación, el papel o lienzo, cuyas aperturas permiten al espectador convertido en voyeur, recrear la narración estimulando su imaginación y la reflexión en una teatralización del pensamiento, jugando con las percepciones y apariencias de lo visible y su significado, el trompe l`oeil para ofrecer una forma turbadora bajo las premisas de lo académico.

Otro dato que conecta a ambos artistas es la exploración de la distancia entre los objetos y el espacio en una precisa figuración a nivel conceptual y una expresiva figuración a nivel emocional.

Las obras expuestas de Prieto en el Museo, responden a grupos temáticos extensos. El primero es la capacidad expresiva y la captación psicológica que expresa a través de los retratos. En «Sal y vuela alto» resplandece el rostro de la muchacha en su despertar al mundo. Perfecta conjunción entre retrato y entramado abstracto, un renacimiento de captación psicológica a través de la mirada que nos traslada al descubrimiento como en «Mira como cae» y en su «autorretrato».

El segundo son los abrazos que se aferran al recuerdo, al envoltorio de la esencia, la piel y la ropa. Placeres animados e inanimados que refuerzan la potencia del gesto a través del poder comunicativo de las manos que protegen en «Dulce espera» rodeando el vientre dilatado por la gestación.

Retratos de un proceso sin la singularización del rostro, imagen del colectivo humano como democratización e identificación por medio del arte. Brazos que rodean el recuerdo sin rostro del instante convertido en abrazo que cuelga en la percha sin sentido del olvido. Personificación, apropiación de los objetos con ánima. De los puños de la camisa emergen los puños reales de dos manos que se abren para mostrar como revolotean entre ellas un ejército de mariposas. La disposición en el espacio de los objetos y los cuerpos creando atmósferas y distancias en los distintos tramos del cuadro.

Trata la anatomía a través del desnudo femenino «Tríptico de amencer con laranxa». La fruta, símbolo del deseo, en suspensión, sobre los tonos cálidos de un verano que refuerza cromáticamente el modelado del desnudo femenino con unas carnaciones aterciopeladas que remiten en valores táctiles y sensoriales a Mel Ramos, sin la adulteración del color que presenta en los cuerpos el artista Pop.

Intensidad emocional

La obra surrealista a partir de la acción como deseo que habla de la percepción inalcanzable de la concreción de la idea en su plenitud, en la expresión del artista en su lenguaje de líneas y color, de vacíos impenetrables como la soledad y, sin embargo, necesaria y escogida para la creación y sus intensidades emocionales.

Las naturalezas vivas de «Retendo o tempo» captan el instante congelado del movimiento del cuerpo suspendido como levitante en una atmósfera sin aire. Manzanas, ciruelas, membrillos… cítese de manera obligatoria al padre de la Escuela hiperrealista madrileña, el creador Antonio López, con ese fotorrealismo mágico que perpetua con calidad infinita.

El valor de los objetos y útiles del pintor como en «Sillón atado con manzana». Desde el fondo neutro y oscurecido emerge la silueta empaquetada de un volumen que remite a las instalaciones de Christo presentando una zona reservada con la magnitud del fardo y el espacio que ocupa, donde descansan las manzanas dispuestas en equilibrio. Son los pliegues de la tela el territorio que fagocita una realidad tangible velada por la reserva.

En otras obras el fondo neutro habla del espacio en blanco de la creación. Es el soberbio tratamiento de las manos que atraviesan el soporte como barrera de expresión y su maestría en los blancos como arquitecto de espacios.