«Que puedan comer e ir a una revisión médica es lo principal»

LUCÍA GÓMEZ F. / R. N. OURENSE

OURENSE CIUDAD

MIGUEL VILLAR

El «Vacaciones en Paz» trae este año a más niños saharauis, coincidiendo justo con un momento en el que hay menos familias acogedoras

14 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Un total de 25 niños procedentes del Sáhara han llegado a Ourense para quedarse con sus familias de acogida, durante los meses de julio y agosto, gracias al proyecto «Vacaciones en Paz». Ante el aumento de las temperaturas en su país de origen, rondando los 50 grados, el ministro de la Juventud Ahmed Lebib pidió la salida de más niños. Solidariedade Galega co Pobo Saharaui, asociación encargada de llevar el proyecto en Galicia, mandó un comunicado a través de diversos medios debido a la falta de familias de acogida. «Cuesta, pero la gente suele responder», afirmaba la coordinadora en Ourense, América López. Aunque este año el número de niños ha aumentado, ha caído en picado en comparación con otros años. Gracias al comunicado emitido por la asociación, muchas de las familias que acogen por primera vez consiguieron animarse. Piden una mayor colaboración por parte de los ourensanos, para poder darles una oportunidad a los pequeños: «Solo que puedan ducharse, dormir en sábanas, ir a una revisión médica y comer es lo principal».

«Esto es algo muy personal, tienes que hacerlo si realmente te apetece a ti», aseguraba Mónica, madre de acogida por tercer año consecutivo. Hay gente que se echa para atrás por falta de tiempo o porque requieren mucha dedicación. Pero ella comenta que es como tener un hijo o un sobrino, no necesitan más cuidado del que se le daría a ellos. Claro que tienen que pasar por un proceso de adaptación, sobre todo cuando vienen la primera vez, pues desconocen cosas que, para nosotros, ya forman parte del día a día.

Lo más complicado puede ser el idioma -llegan sin conocerlo- y comunicarse puede llegar a ser complicado. A través de señas y pasadas varias semanas, los niños comienzan a comprender y empiezan a soltar alguna palabra en español. «Lo del idioma es de lo peor, pero no es ninguna barrera», afirmaba Blanca, madre de acogida por primera vez.

Las familias suelen ir de vacaciones con los pequeños para que conozcan más que la ciudad. Como el proyecto coincide con dos meses de verano, las familias se van de vacaciones a la playa, van a bañarse al río, a las piscinas. Para ellos es algo increíble, cuando ven el agua se nota en su mirada el asombro. «Mi prioridad es que el niño lo pase bien», comentaba Blanca.

Choque cultural

Salir fuera de tu país por primera vez con tan solo 10 años y sin tu familia puede llegar a ser muy complicado. Hay niños que llegan contentos y apenas extrañan a su familia, sobre todo los que repiten, pero algunos tienen días en los que se les nota más tristes. Además, se encuentran con personas desconocidas, un idioma nuevo y una cultura completamente distinta. «Necesitan un periodo de adaptación, el choque cultural tiene que ser brutal», explicaba otra de las madres que acoge por primera vez, Cristina.

Los niños son muy pudoros al principio y se encierran en el baño para ducharse e incluso lavarse los dientes. Pasados unos días, y dependiendo de cómo sea su familia de acogida, empiezan a ser más abiertos y ya se sueltan. Les enseñan los nombres de los cubiertos y a comer con ellos, pues están acostumbrados a usar las manos. «Es su cultura, no le vas a imponer la nuestra», añadía Blanca, aunque con el paso de los días acaban imitando las costumbres de sus familiares de acogida.

La posibilidad de salir de su país les brinda nuevas oportunidades

Los niños que salen del Sáhara tienen la oportunidad de vivir, a lo largo de dos meses, en un entorno completamente distinto al suyo y en unas condiciones mucho más favorables. Las familias coinciden en que lo más importante que esta experiencia les aporta es poder alimentarse bien y, además, llevar comida para su país una vez regresen. Muchas de ellas envían paquetes llenos de comida a lo largo del año, pues siempre mantienen el contacto con los niños que han acogido.

Nada más llegar, lo esencial es que los pequeños pasen una revisión médica. «Si algún niño tiene algún problema de salud va a salir en las pruebas», comentaba Mónica. Aunque existen muchas oenegés que ayudan a los pequeños, no se pueden permitir hacer analíticas o pruebas que requieran una mayor profundidad. Gracias a Vacaciones en Paz, los niños que salen de su país tienen la oportunidad de someterse a pruebas y detectar enfermedades que, de otra forma, no sabrían que tienen.

Lo más gratificante para las familias es ir viendo cómo los pequeños van evolucionando año tras año y se adaptan a una nueva forma de vivir. Incluso con el idioma: después del primer año vuelven hablando y entendiendo casi sin dificultad alguna. Salir y poder conocer una cultura y un país distinto puede ser muy enriquecedor para ellos.