«En Ourense gústanos a festa»

La Voz OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

AGOSTIÑO IGLESIAS

Ledicia Sola recordó los alegres años de su infancia y juventud proclamando en el pregón que ser ourensana marca, aunque sea esta una ciudad de contradicciones

23 jun 2019 . Actualizado a las 09:05 h.

Ourense ya está en fiestas. La temperatura agradable y el sábado noche animaron a los ourensanos a salir en la primera jornada. Es el momento de vivir los «con paixón, con cabeza, con respeto e con licor café», proclamó en su pregón la actriz Ledicia Sola, quien repasó las contracciones ourensanas: «Non nos gustan os extremismos pero en Ourense fai un frío que ata os pingüinos collen unha chaquetita por se refresca, ou fai un calor que podes fritir un par de ovos no chan do parque de san Lázaro», ser conocida tanto por sus aguas como por sus bebidas alcohólicas o el ser una ciudad ideal para caminar pero la única con una plaza Mayor inclinada. Allí, con un tercio de entrada, un auditorio no demasiado participativo escuchó el pregón, que también se comunicó en lenguaje de signos.

Ledicia Sola rememoró, con la alegría que lleva implícita su nombre, su infancia comiendo garrapiñadas o sentada en las butacas del cine Mary a ver una película de Lauren Bacall y Humphrey Bogart, pues para ella fue una edad «en Cinemascope», repasando los cines que había, el Avenida, el Xesteira, el Teatro Losada, donde vio su primera obra de teatro y se enamoró de su profesión.

Ledicia Sola presumió de ser ourensana y pidió al público asistente a la plaza Mayor que se sintiese orgulloso de serlo, no solo por su «majestuosa arquitectura modernista» sino por la gente que lo habita y que sale a compartir en la calle. «Outra cousa non, pero en Ourense gústanos a festa», subrayó. Y recordó los tiempos en que ella comenzó a salir con las amigas, con las fiestas como excusa, las noches bailando con la «famosa cinta do Lokal», los primeros pitillos en la playa de la Antena, los conciertos o la primera borrachera que o se pillaba en las fiestas o en los magostos en Montealegre, dijo. También contó que puso a prueba al amor de su vida haciéndole meter y aguantar con la mano el agua ardiente de las Burgas.