«En 54 años adonde va uno,va el otro»

OURENSE CIUDAD

MIGUEL VILLAR

REBOSAN AMOR y no tienen dudas a demostrarlo 50 años después. Pasean de la mano y se quieren tanto, tanto que el matrimonio no ha podido con ellos. Seguirían casados otro medio siglo más

01 jun 2019 . Actualizado a las 20:42 h.

A Teresa Añel, Pichucha, y a Ubaldo Gómez, la flecha del amor les cogió de verbena, como a muchos de su generación. Era una noche de verano de hace casi seis décadas en Ourense, pero los dos recuerdan ese momento perfectamente. «En las fiestas es en donde nos juntábamos la juventud, porque antes no había otra cosa. Bailamos juntos y él me preguntó si podía acompañarme a casa», recuerda Pichucha. Unos días después Ubaldo la rondó a las puertas de su trabajo y paso a paso fueron consolidando una relación que les unió para el resto de sus vidas. Ella apenas tenía 20 años -Ubaldo es ocho años mayor que Pichucha-, cuando comenzó su historia de amor definitiva. El noviazgo duró cinco años. «Nosotros tuvimos altos y bajos, enfermedades y mucho trabajo. Los dos éramos muy parecidos en eso y no nos amargaba trabajar». Ella se dedicó durante años a realizar trajes de novia y después estuvo en una tienda de moda situada en la céntrica calle Progreso de Ourense hasta la jubilación. Él, por su parte, estaba empleado en una empresa del sector de la construcción. Sobre la fórmula para mantener el amor y la chispa durante casi sesenta años, ambos coinciden: «Llevamos 54 años casados, pero tenemos claro que siempre vamos juntos de viaje. Adonde va uno, va el otro».

A la hora de echar la vista atrás Pichucha y Ubaldo recuerdan con gran cariño momentos especiales en su vida y en su historia de amor, como es el día de un mes de octubre de hace 54 años en el que se casaron en la parroquia de Cudeiro, de donde es ella. De su relación nacieron dos hijos, que ya les han dado tres nietos. Y, claro, como buenos abuelos aseguran que esta etapa es la mejor de sus vidas.

¿Quién manda?

Ni Pichucha ni Ubaldo tienen problemas en asegurar que la vida no siempre es de color de rosa y que, como en todas las casas, hay sus discusiones. «Es un gruñón, pero en el fondo es muy bueno», sonríe ella. Él asiente y reconoce que quien está al frente del timón familiar es Pichucha: «En casa mando yo, pero solo cuando no está ella».