Además de las carreras, tuvo negocios de hostelería, pubs, de máquinas tragaperras o una tienda de ropa de niños. «Un día me cansé de trabajar. Tengo alquilado el pub y a vivir un poquito», cuenta. En Marbella, vive al lado de la playa, en un chalé de su amigo Urbano y con él recorre el país siguiendo el campeonato de tierra, viendo ralis de asfalto y subidas. «Al de Ourense hay que venir, también al Rías Baixas; aunque estoy un poco cansado de los viajes». Con todo, una de sus aficiones es viajar en su autocaravana. «Es mi mayor felicidad y tiene que estar a mi lado siempre», manifiesta.
Las carreras y los coches son diferentes. «Antes era todo fuerza, los coches eran hierros. No necesitaba hacer preparación física. Yo pesaba 60 kilos. En Ourense había mucha más afición, la gente se iba quince días antes al monte a ver entrenamientos», sostiene.