Manuel Reigosa, rector de la Universidad de Vigo, se mostraba tajante en su posición durante el primer claustro universitario del año que se celebró en el campus de Ourense. «Pensamos en presentar unha queixa ou suxestión porque entendemos que non se cumpre co procedemento que establece a lei. Non pode ser que unha universidade privada, que ao meu xuízo non fai falla en Galicia, xogue cunhas regras distintas ás nosas», opinaba sobre el proyecto que Afundación -obra social de la entidad Abanca- ultima.
El viernes de la semana pasada se daban a conocer los datos de matriculaciones de nuevo ingreso en la entidad académica. Todos los campus que componen la Universidad de Vigo -Ourense, Vigo y Pontevedra- perdieron alumnado con respecto al año anterior. En el de la ciudad de As Burgas quedaron vacantes cerca del 5 % de las plazas ofertadas. Sin embargo, hay carreras que se permitieron el lujo de seleccionar a sus estudiantes por nota de corte porque la demanda es el doble que la oferta.
En la Escuela de Informática de Ourense más de doscientos alumnos se quedaron sin plaza porque solo se admiten cien nuevos estudiantes cada año. «Se debería apostar por el sistema público con tasas asequibles. Es una deficiencia apostar por lo privado teniendo tan buena calidad en lo público», señalaba el director del centro, Francisco Rodríguez, en una entrevista en este periódico a la vez que recordaba que antes de la crisis la facultad admitía el doble de alumnado. «La propia ley dice que una universidad privada no puede poner en marcha titulaciones que ya existen en el sistema público. Lo que creo que harán será montar una escuela de informática pero llamándola de otra forma para esquivar la legalidad», sopesaba el docente.
¿De verdad hace falta una universidad privada cuando la pública quiere crecer?¿Educación o negocio?