Cambalache

Edith Filgueira DE ALGUNA MANERA

OURENSE CIUDAD

19 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El viernes pasado se presentaba Vox en Ourense. Entre gritos de «fillo de puta», «guarro» y «cerdo» abandonaba la rueda de prensa el presidente de la gestora del partido, Julio Vázquez. Malos tiempos para la lírica y buenos para la crispación, estos que vivimos. En pie de guerra constante. Predomina el desorden y el ruido.

El problema es que los extremos, de tanto buscarse, se encuentran. Y al filo de la cucaña, empiezan a ser todos cómplices apasionados de un mismo comportamiento. De las faltas de respeto, la demagogia y el victimismo del «y tú más», que regresa de entre las esquinas del patio del colegio.

Y ya estaríamos todos, menos el sentido común. Lo cantaron y popularizaron Julio Sosa, Carlos Gardel o Roberto Goyeneche, entre otros. Lo escribió, en el año 1934, Enrique Santos Discépolo: «Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé. En el quinientos seis y en el dos mil también».

Se puede entender la preocupación. Hasta la confusión de que partidos con el discurso de Vox cojan fuerza en una democracia que se autoapellida avanzada. En una sociedad emigrante por la fuerza. Machista por inercia. Pero dudo que la solución esté en convertirse en abanderados del insulto y los gritos. Con lo fácil que resulta acudir a los datos objetivos -y a los no tan objetivos- y lo sencillo que lo resumía alguien en un tuit la semana pasada: «Los inmigrantes vienen a quitarnos el trabajo hasta que el abuelo se caga encima y la peruana está de día libre».

Hablando de abuelos, el mío argumentaba que solo hay que tener miedo de lo que no se ve venir. Lo otro se puede coger a tiempo. También decía que la pasión es una ruina.