«Se dice que somos de estar mucho en el bar, pero antes se hacía más»

edith filgueira OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Santi M. Amil

Emilio Estévez Fernández lleva más de media vida detrás de la barra del emblemático café Druída

09 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El diccionario de la RAE define «druida» del siguiente modo: «Entre los antiguos galos y britanos, miembro de la clase elevada sacerdotal, considerada depositaria del saber sagrado y profano, y estrechamente asociada al poder político». Y en Ourense existe un lugar que lleva el nombre de aquellos personajes -con halo de magos- que tiene mucho de sagrado y profano a la vez.

Estando ubicado en un sitio con tanta historia era complicado escribir una propia. La plaza Mayor es el corazón de la ciudad desde la Edad Contemporánea y el poder también estuvo presente en la antigua sede del Obispado -actual Museo Arqueológico-. Sin embargo, O Druida lo consiguió.

«El nombre se lo pusimos por el ambiente del local, hecho en piedra y con arcos, y por las pócimas que íbamos a hacer con combinados», cuenta con retranca Emilio Estévez (Padrenda, 1952). «En Ourense pocos sitios había en los ochenta en los que se pudiera disfrutar de un licor café casero rico de verdad. Muchas peñas de amigos venían aquí para beber el nuestro. En el Druida han llegado a entrar 75 personas en una sola noche, así que imagínate si gustaba. Algunas veces había doble fila en la barra», recuerda con nostalgia como si recién despertara de un sueño corto.

Los comienzos fueron fáciles porque el sello diferenciador que todavía mantiene lo lleva impreso desde el principio. «En los ochenta en la plaza Mayor había solo dos bares y ninguno como este. Ahora parece que en la ciudad hay más que personas», cuenta riéndose. «Los impuestos eran menores y los gastos, en proporción, también. El margen de beneficio era mucho mayor y yo me atrevería a decir que hoy en día es más difícil arrancar un negocio y que salga adelante. Nosotros teníamos muchos clientes que eran hijos de emigrantes que estaban en el extranjero y les mandaban dinero porque estaban estudiando aquí. Pero ahora la mayoría de la gente se va a estudiar o trabajar fuera», opina el empresario.

A lo largo de estos casi 37 años no solo ha cambiado el nivel de poder adquisitivo, también han mudado las costumbres de la sociedad. «Se dice que los españoles somos mucho de pasar horas en el bar, pero antes se hacía más incluso. Se salía casi todos los días, aunque solo fueras al cine y después de ver la película te tomases una copa», sopesa.

Empezaron siendo tres socios pero tras un año de actividad uno de ellos se marchó a Cataluña, a poner en marcha otro negocio y porque el corazón manda y allí lo esperaba una novia. «Cuando empezamos yo estaba trabajando en Vigo, en una cafetería, y ya estaba buscando un sitio para montar mi propio negocio. El local nos gustó desde el primer momento que lo vimos. ¡Y eso que estaba lleno de telarañas y humedades!», describe vívidamente.

Diez años después, en 1992, cogieron el testigo del Café Real que se iba a traspasar y hace tres años ampliaron O Druida. Aparte de las cuevas subterráneas, también tienen terraza desde entonces. «La ley antitabaco hizo que la gente viniera menos. Si no tienes mesas al aire libre, pierdes mucha clientela», explica.

Muchos han empezado y terminado amores entre sus paredes. Paredes que al principio parecerían cálidas pese a ser de piedra, pero que terminaron por volverse tan frías que apagaron todos los fuegos. «Antes venían más parejitas que ahora. Creo que se ha perdido un poco el mito del romanticismo», afirma en tiempos del WhatsApp. Y lo afirma seguro de que la pauta a seguir en las conquistas ya no tiene tan en cuenta el dónde. Como si la magia del Druida ya no fuera a hacer más de las suyas.

«El nombre se lo pusimos por el local y por las pócimas que íbamos a preparar»

DNI. Profesión. Su rincón.

quién es

DNI. Emilio Estévez Fernández nació en Padrenda (Ourense), en el año 1952.

Profesión. Lleva toda la vida dedicándose a la hostelería y desde 1982 es gerente del café O Druida, ubicado en la plaza Mayor.

«En los ochenta tenías que decirle a los chavales que no se podían pinchar en el bar»

Quedan varios clientes que todavía se mantienen fieles al Druida, pero uno en especial que desde el primer día no ha fallado. «La frecuencia ya no es la misma que antes, pero sigue tomándose un café aquí de vez en cuando», relata. Y los hijos de esos primeros bebedores de pócimas fueron tomando el relevo poco a poco.

Si tiene que hacer balance de los años que lleva detrás de la barra se queda con lo positivo de haber creado algo propio y las personas conocidas. «Aunque a veces eches doce horas trabajando, sabes que le estás dedicando tiempo a algo que es tuyo. Que va a tener un rendimiento si lo llevas bien y que trabajas para ti», argumenta Estévez. Y cuando le preguntan por lo peor, no lo duda: «Los ochenta fueron muy duros. Cada dos por tres tenías que decirle a algún chaval que en tu bar no se podía pinchar. Tenías que estar de guardia constante si no querías que las drogas se convirtieran en algo habitual en tu local».