«A mí me costó mucho irme de Ourense. Salí de aquí llorando»

Miguel Ascón Belver
miguel ascón OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

BENITO ORDOÑEZ

El exobispo Carlos Osorio ingresa hoy en la Academia Auriense-Mindoniense

24 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Su primer destino como obispo fue Ourense entre los años 1997 y 2002. Aquí estaba, sin duda, más tranquilo que en su actual responsabilidad al frente de la Archidiócesis de Madrid. Carlos Osoro Sierra (Castañeda, Cantabria, 1945) ingresará hoy en la Academia Auriense-Mindoniense en un acto en Celanova y concede la entrevista bajo la condición de no hablar sobre la posible inhumación del dictador Francisco Franco en la catedral de la Almudena.

-¿Cómo se siente por su ingreso en la academia?

-Muy agradecido. Después de tantos años de haber salido de Ourense, que se acuerden de mí y me hagan este gesto es algo que llega a lo más profundo de mi corazón. Es verdad que para mí Ourense no es una ciudad más, es el lugar donde yo aprendí a ser obispo y a coger ese humanismo que tienen los gallegos, con esa capacidad que tienen también de salir de su tierra y nunca olvidarme. Y eso es lo que me ha pasado a mí también. Normalmente en mis conversaciones siempre está en Ourense y la gente de Ourense y allí donde he estado, han venido a verme.

-¿Qué le parece el trabajo que realiza esa entidad?

-Es muy importante porque dan un gran valor a todo lo que son las raíces de Galicia y de la cultura gallega.

-¿Cómo recuerda su relación con los fieles ourensanos?

-Me ordenaron de obispo allí, en la catedral de Ourense, y por tanto de nacimiento como obispo soy gallego, que es lo más grande que me ha sucedido en la vida después del bautismo, que el Señor me haya elegido para ser sucesor de los apóstoles. En ese sentido, ¿cómo no voy a agradecer a esa ciudad y a esa diócesis todo lo que me dieron? Mantengo a muchos amigos y es verdad que he ido poco en estos años, pero cuando ha sido necesario he estado allí.

-Habla de buenos recuerdos, pero alguno malo habrá también, ¿no es así? ¿Cómo vivió la problemática de la despoblación y la falta de vocaciones para atender las parroquias del rural?

-Sinceramente yo lo que tengo son recuerdos buenos porque, donde había algún problema, intentábamos buscar soluciones. La despoblación es una realidad no solamente de Galicia sino de todas las zonas rurales de España. Pero bueno, lo afrontábamos e hicimos alguna experiencia bonita entonces. Me acuerdo en A Gudiña con un grupo de religiosas o en la zona de la raia de Portugal con matrimonios que iban a dar los domingos las catequesis. Yo me acuerdo mucho de las cartas que yo escribía a los niños todos los meses y las respuestas que me daban. Y, por las noches, había una oración para los jóvenes en Santa María Nai. Todos los meses les dirigía también una carta y es algo que he mantenido en todos los sitios donde he estado: en Asturias, en Valencia y ahora en Madrid.

-Usted es cántabro y pasó por diócesis del norte como Galicia y Asturias. ¿Cómo se siente ahora en Madrid?

-Dios te da en cada lugar donde estás lo que necesitas, de eso estoy convencido. A mí me costó mucho irme de Ourense. Yo salí de aquí llorando. Me acuerdo que iba en el coche y con una furgoneta de Cáritas en la que llevaba mis cosas y mis libros para Oviedo y salí llorando porque sentí el cariño de la gente. Y además lo sigo percibiendo. Fíjese los años que han pasado y ni yo les olvido ni creo que ellos me olvidan a mí. Pienso que cuando te entregas a las personas y a lo que Dios te da en cada momento, eso también tiene sus recompensas. Es como el padre y la madre que se entregan a la educación de sus hijos; lo haces y no tienes tiempo más que para ellos. Mi tiempo en los cinco años que estuve ahí fue para todos los ourensanos. Recorrí todas las parroquias, comencé a hacer planes de pastoral e íbamos a hace el sínodo diocesano cuando me mandaron fuera... Tengo unos recuerdos maravillosos de la ciudad y de sus gentes.