«Es una maravilla trabajar con un padre»

Fina Ulloa
FINA ULLOA OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

MIGUEL VILLAR

Emilio Iglesias y su hija María comparten pacientes y pasión por la oftalmología

24 sep 2018 . Actualizado a las 17:45 h.

Entre ambos se respira confianza y respeto mutuo. Reconocen que no siempre coinciden en todas sus opiniones, pero las comparten y debaten con la franqueza más de colegas que se admiran que bajo el prisma de los lazos paternofiliales. Eso sí; María presume de la calidad humana y profesional de su padre desde el minuto uno. «Fue un gran estudiante; que ya me hubiera gustado a mí», apunta mientras Emilio rememora su proceso de formación como especialista en oftalmología. También a su influencia achaca la hija su temprano entusiasmo por la ciencia. «Yo siempre tuve una curiosidad innata y mi padre siempre dibujó muy bien y hacía muchas ilustraciones para libros y publicaciones, con lo que estaba toda la casa llena de dibujos de ojos. Quizá a otras personas eso les daría más grima, pero yo estaba tan acostumbrada que me gustaba verlos. Ya en el colegio, cuando dábamos Biología, me llamaba mucho la atención y siempre dije que quería ser médico. Afortunadamente mi padre en eso nunca se metió», narra.

«Yo la dejé a su libre elección, porque esto es muy vocacional; te tiene que gustar», apunta el progenitor, que recuerda que ella también apretó los codos para conseguir la nota que necesitaba para entrar en la universidad. «Lo cierto es que los que tenemos el maestro en casa somos muy afortunados; yo me siento muy afortunada», apunta María que, como su padre, hizo la especialidad en la clínica Barraquer de Barcelona. Él dice que nunca se arrepintió de trasladarse a Ourense. Dejó la capital catalana justo el año en el que se convertía en sede de los Juegos Olímpicos. Ya habían nacido sus dos hijos, pero su esposa buscaba un destino más cercano a sus padres, residentes en el Bierzo, y Ourense fue la opción que mejor se ajustaba.

Emilio Iglesias no recuerda aquel salto vital de 1992 como un sacrificio ni un retroceso profesional. Por mucho que él llegase de una clínica privada que ya por entonces era un referente internacional «aquí en Ourense la especialidad estaba también muy avanzada y en Barcelona no hacíamos cosas diferentes de las que se hacían entonces ya aquí», recuerda. Tampoco María se arrepintió de dejar el trabajo en la ciudad Condal para unirse a su padre en la de As Burgas. «Soy de las que piensa que tener la posibilidad de trabajar con un padre es algo que no se debe desaprovechar nunca», dice.

Ambos coincidieron en el servicio de Oftalmología del CHUO durante un par de meses, pero ella cuenta que aceptó encantada la posibilidad de trabajar codo a codo con su progenitor en su clínica privada. «Es una maravilla trabajar con él, porque es tan tranquilo que aprendes un montón», dice la hija, que se autorreconoce un carácter mucho más impetuoso e impaciente. El padre también ve ventajas en tener a su hija como compañera en la clínica. «Yo creo que con tu hija tienes más confianza para corregirla o decirle cómo tiene que hacer las cosas que con alguien ajeno», matiza.

Pero no todo es de color de rosa. Conceden en que hay discrepancias, aunque les sirven para enriquecerse mutuamente. El reparto de trabajo les obliga a ese intercambio constante de opiniones porque, aunque María ya tiene su pequeña cartera de pacientes, también ven casos en común, «aunque, por supuesto hay pacientes que le prefieren a él, como es lógico», dice ella. «Pero somos un equipo», matiza Emilio, que asegura que los clientes no son reticentes cuando les deriva con su hija. «Al final el paciente lo que quiere es que haya un responsable y en eso, sea tu hija u otra persona, si hay esa confianza en ti se fían completamente cuando lo pasas a otro profesional», dice. Iglesias Touriño también reconoce que ese sentimiento de confianza que se establece durante años con los pacientes es un acicate para no pensar aún en la jubilación. «Obviamente hay límites de salud que impone la edad, pero en estos momentos, aunque hemos bajado el ritmo, hay pacientes a los que te da pena dejar porque sabes que confían en ti», dice.

«Hay pacientes que casi se podría decir que solo vienen a hablar con mi padre. Es cierto que hay una parte importante de esta profesión que es la psicología y esa es una de las cosas que aún tengo que aprender de él: a escuchar», reconoce ella. «La psicoftalmología es muy importante porque la vista es un órgano esencial. Si se te mete en la cabeza que vas a quedarte ciego, la angustia es de tal calibre que supera al propio proceso», señala Emilio. Ambos apuntan que en el ejercicio privado pueden derrochar con generosidad ese tiempo con el paciente que, por volumen de trabajo, se hace más difícil en la sanidad pública.