Esta semana hubo pleno en el Concello de Ourense. El PP, que gobierna en minoría, llevó a votación unos presupuestos que previamente no había negociado con la oposición y, claro, el resultado estaba tan cantado como que después de la primavera viene el verano. En esa sesión el portavoz de Ourense en Común, Martiño Xosé Vázquez, le dijo al alcalde que sería estudiado en los libros de historia como un gobierno de transición. No le falta razón. Jesús Vázquez llegó con el mensaje de recuperar la normalidad y de sacar a la ciudad del colapso institucional después de cuatro años abruptos con un alcalde en el calabozo, ediles imputados a mansalva y guerras internas del PSOE. Cumplió solo a medias. Ourense ya no sale en los telediarios, pero sigue con los presupuestos del 2014, con el PXOM atascado y con una ristra de concesiones -algunas de ellas con muchos ceros en las facturas- en precario. Más allá de las inversiones de otras administraciones a Jesús Vázquez, al igual que le sucedió a Agustín Fernández en el mandato anterior, su minoría más que absoluta le limita y provoca el bloqueo. Estando de acuerdo en la apreciación del líder de la marea, creo que se quedó corto en el análisis, ya que no solo el gobierno parece de transición; también la oposición. DO, PSOE y Ourense en Común -la cuota de responsabilidad es proporcional al número de concejales- no han contribuido a desbloquear la situación. Han sido incapaces de ponerse de acuerdo para lanzar una alternativa que garantizase un gobierno en mayoría y son también responsables. La única salida pasa porque de las urnas salga una ciudad gobernable.