Historias del paraíso

tareixa taboada OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Agostiño Iglesias Otero

Ritmos afrocubanos y la mujer, vistos por el pintor Andrés Puig, en la Galería de Arte Visol de Ourense

11 jun 2018 . Actualizado a las 20:52 h.

«Soy mujer de alas, no de jaulas». Lina Storni.

El artista cubano Andrés Puig presenta la exposición Camelias blancas en Galería de Arte Visol. Toda una explosión de dinamismo y vitalidad en la que plantea en base a arquetipos simbólicos de formas antropomorfas y con el desnudo femenino como pretexto para una transculturación afrocubana sincrética con aspectos de la cultura europea, Orisha, andina y japonesa, con una imaginería barroca de gran exuberancia en el horror vacui y con el protagonismo de la mujer que en el desnudo desafía y se libera del peso de la tradición androcéntrica y de la culpabilidad como motor de represión utilizando por un punto de vista único, masculino y derivado de tradiciones cristiano-católicas que sitúan el origen del pecado en Eva.

La mujer como la garza blanca es símbolo de libertad. Garza del campo cubano. Dueña de su cuerpo y de su feminidad no esclava de su sexo y es panteísmo en la exuberancia de la selva, el colorido de los pájaros tropicales en el hedonista componente lúdico de la danza y de la música. Mujeres felices sin prejuicios que se convierten en guerreras y amazonas en Concierto barroco un cóctel de mitologías: hijas de Odín, valkirias, meigas, soldadeiras… Mujeres cuyo nudismo liberador se convierte en revulsivo social en su exhibicionismo y se contrapone al convencionalismo del vestido y la falsa moral, distintivo de clase o poder económico.

Un recorrido por las costumbres, hábitos, estructuras y cambios sociales. La composición se construye envolvente, sin referentes contextuales ni perspectivas. Surge como una convulsa cosmogonía en la que el fondo granítico se inserta en la figura con una técnica que el artista define como «puntismo», ya que, aunque en apariencia el efecto cromático y crisoluminiscente remite al «puntillismo» impresionista, su intención se aleja de este movimiento por la aparente frivolidad ornamental o decorativa, siendo ambiental y aproximándose expresiva y conceptualmente al Expresionismo y formalmente al Surrealismo en su matiz simbólico, erótico, hilozoísta y onírico con la expresión de dobles imágenes e imágenes múltiples, asociaciones mentales basadas en el método paranoico-crítico daliniano, obras icónicas en las que la realidad se transforma bajo la mirada del espectador en el descubrimiento de las partes, bajo las directrices que le impone nuestra psique, vemos lo que queremos ver.

No existe un fondo ya que es la atmósfera la que dialoga con las figuras, es el espacio donde se mezclan todos los elementos. Aporta, además de una visión globalizadora, un «todo fotocromático» magma en el que integra figuras voladoras como Chagall, personajes al revés o a caballo, con formas de sorprendente monumentalidad a pesar del breve tamaño, gran dinamismo y volúmenes esculpidos.

Cierto ingenuismo Näif y el preciosismo simbolista que remite al Modernismo y al Klimt de El beso en la espléndida obra La metamorfosis de una mariposa monarca. El lirismo, la libertad y el amor en la mariposa que realiza una travesía vital de México a EE.UU. y que Puig personifica en Marilyn Monroe en cuyo cuello oculta la crisálida.

Son múltiples las apropiaciones que el conspicuo artista revisa y adapta a su caligrafía: referentes icónicos, citas literarias, la ópera, préstamos revisados de otros artistas -La dama de las camelias- e interpretaciones del mito clásico -Las tres gracias, Leda y el cisne, La Traviata-. Crisol de tradiciones y antropología cultural. Introduce la fauna africana en retratos y paisajes, seres mixtos de cabeza animal en cuerpos femeninos desnudos que actúan estéticamente como máscara y remiten a las tahitianas de Gauguin y a las Señoritas de Avinyó.

En El triunfo de la vida introduce su revisión del Retrato de la madre del artista, de Whistler, figura que integra en la turbulencia de los danzantes convertidos en arquetipos. La chaquetilla roja del personaje masculino en abrupto escorzo, remite a Chagall y Manet. La Odalisca de Ingres en Asombro; Los jugadores de cartas de Cezánne en La fragata y Leda ante el espejo.

La Gioconda enmascarada es Cenicienta en un paisaje de celebración, introduce la tradición japonesa, andina y egipcia. Arte de mestizaje.

Retratos ecuestres, ninfas y sátiros. En el aspecto narrativo cada personaje está construido por acumulaciones de intrahistorias y el carácter simbólico de los elementos: el pájaro Quetzal, icono de libertad, el ave del paraíso. Africanismo en el trazo gestual de los cartones e influencia de Wilfredo Lam. Sabor cubano en la Visol.