«Otra hostelería también es posible»

pepe seoane OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Santi M. Amil

El nuevo Café Pacífico elimina cenas y apuesta por el «brunch» los fines de semana

13 abr 2018 . Actualizado a las 16:15 h.

Es una oferta diferente la del nuevo Café Pacífico. Solo lleva una semana abierto, después de catorce meses de ausencia, pero ha sido suficiente para demostrar con hechos que a la hora de concretar una propuesta hostelera es posible ser creativo y plantear algo diferente sin necesidad de excentricidades. La base sigue siendo la misma, esto es, la cocina, aunque ahora con un horario retocado y un plan que resulta ser único. Es una decisión atrevida la renuncia a las cenas, por cuanto supone cerrar cualquier resquicio a la variable del picoteo, incluidos viernes y sábados. Al Pacífico se va a desayunar, que para eso tiene una amplia y reconocida oferta de panadería singular y repostería casera; se va a mediodía, a dejarse sorprender por 25 euros con un menú degustación cerrado a base de tapas, de lunes a viernes; o, por 12,50 euros, se va a tomar eso que en todo el mundo se llama «brunch», un híbrido de dulces y salados para quien, por ejemplo tras una noche de fiesta, opte por un desayuno tardío más sólido o un ligero almuerzo, entre la una y las cinco de la tarde.

«Hemos apostado por precios ajustados», dice Fran, que se confiesa desbordado por el eco que ha tenido la reapertura en estos primeros días. Fue llegar y cerrar varias semanas de reservas. Como en los buenos tiempos, cuando eran las cenas de viernes y sábados las que más clientela atraían y las que contribuyeron a ampliar horizontes.

Es consciente de que, en apariencia, va un poco a contracorriente, pero Fran considera que la suya es una opción. Son muchos años los que lleva en un sector que conoce como empleado, docente, cocinero y ahora también como empresario. «Otra hostelería también es posible», resume, empeñado en mantener la vertiente creativa en la cocina con un planteamiento decididamente diferente. A ver qué pasa.

Fran Domínguez Rey (Ourense, 1977) se tomó un tiempo para reflexionar, viajar, descubrir cosas nuevas y afinar las propuestas. Han sido catorce meses de paréntesis. Había demostrado que es posible trabajar en un entorno diferente, en un local de la poco glamurosa calle Pena Trevinca, donde fue capaz de hacer convivir la cocina creativa con el café clásico de barrio que sus padres habían fundado en 1975. Ahora da un paso más. Con red.

«La hostelería es un sector tradicionalmente duro en cuanto a horarios. Había que decidir. No se puede vivir con jornadas interminables. Hemos elegido una propuesta singular y diferente para el público, pero que, al mismo tiempo, facilita la vida personal de los que aquí trabajamos. Creo que es importante saber cuándo es suficiente», reflexiona, con la tranquilidad de saber que abre a las ocho y media de la mañana y cierra a las ocho de la tarde, excepto los martes, que son los días de descanso.

Es un plan seguramente diferente al que esperaba la clientela, con la mirada puesta en un restaurante convencional, en el que sin duda brillaría la cocina, con comidas y cenas al uso, menú degustación o carta limitada. «Hay que disfrutar y ser felices, también en el trabajo», dice Fran, motor de un proyecto cuyo liderazgo está claramente en la cocina, donde Noel se ha convertido en su sombra, mientras que Pablo, Brais y su madre Rosa se encargan de la sala, de comentar los bocados y explicar el plan del día con el vino, una variable que ha mejorado de forma más que notable en este nuevo Pacífico. «Tenemos más de medio centenar de referencias y con cada menú, es decir, cada semana, proponemos ocho vinos concretos en función de los bocados del conjunto. Tratamos de buscar calidad a un precio contenido, para que no dispare la suma final», dice el responsable del local.

Para el menú diario ofrecen una veintena de plazas. Para el brunch suben hasta cuarenta.

Creatividad.

Creatividad. La propuesta del Pacífico cambiará todas las semanas. Ayer, por ejemplo, arrancaba el plan con una zamburiña agripicante. Seguía con una lubina «á feira» que en realidad es un trabajado sashimi, una sopa dashi con espuma picante de harissa, croqueta líquida de gambón, costilla de cerdo caramelizado, una personal piña colada con espuma de coco, con café y una trufa de miel y lima para completar.