Nadie se enteró en la comisaría de policía la tarde que murió un compañero de un disparo

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Los hermanos Bernardo y Roy D. L. siguen acudiendo cada día a los juzgados de Ourense, donde están obligados a comparecer personalmente
Los hermanos Bernardo y Roy D. L. siguen acudiendo cada día a los juzgados de Ourense, donde están obligados a comparecer personalmente MIGUEL VILLAR

Los cuatro agentes de servicio abandonaron su turno sin saber lo que había ocurrido

11 abr 2018 . Actualizado a las 08:02 h.

Dos años y un día después de la muerte del policía Celso Blanco en la comisaría de Ourense, la investigación judicial sigue abierta. En su momento se presentó aquel suceso como un suicido. La jueza a la que correspondió la instrucción del caso no lo vio tan claro. Y acabó implicando en aquella muerte a los policías gemelos Bernardo y Roy D. L., que a finales de enero fueron detenidos por su presunta relación con toda la maraña de la comisaría, desde las injurias y el robo de armas hasta el homicidio de Celso. Prestaron ayer declaración los cuatro policías que estaban de servicio en las dependencias de As Lagoas aquel sábado de abril de hace dos años. Uno de ellos estaba asignado a la seguridad del edificio, otro se encargaba de la oficina de denuncias y los otros dos atendían la sala del 091. La muerte se produjo sobre las cinco de la tarde, según las estimaciones que se manejan. Cuatro horas después, a las nueve de la noche, los agentes terminaron su jornada laboral y abandonaron la comisaría sin tener idea de lo que había ocurrido. Nadie oyó nada. Ni tampoco percibió movimiento que le resultaran sospechosos.

Que aquel día hubiera entrado a la comisaría uno de los inspectores gemelos, Roy, no era una sorpresa para nadie. Tampoco lo era que hubiera estacionado su coche en el garaje interior. Es algo que hizo este policía como podía haberlo hecho cualquier otro, aunque no estuviera de servicio y simplemente aprovechara la disponibilidad de plazas para dejar un coche el tiempo que precisara para otras gestiones. La jueza cita en un auto del pasado 21 de enero cómo Roy D. L. estuvo «en la comisaría en las horas en que se produjo la muerte (de Celso), entre las 15,12 y las 17,11 horas». Dice la instructora que Roy dejó su Volvo «aparcado marcha atrás en el único lugar no visualizado por las cámaras» y ello, matiza, después de haber estado por la mañana con el otro vehículo que usaban, un Audi, también aparcado en un «lugar no visualizado por las cámaras».

Reconoce a un hermano

Que Roy estuvo en la comisaría aquel día lo confirmó uno de los policías que ayer declararon. Lo vio y lo reconoció. Y aunque otro testigo admitió que no le resultaba fácil distinguirlos, por su extraordinario parecido, que los hermanos alimentaban con hechos como cortarse el pelo el mismo día, uno de ellos no tiene duda de quién era. Nada le llamó la atención, sin embargo.

Más tarde, tras el mensaje de despedida que recibieron algunos compañeros de Celso, autoinculpándose de haber «sacado» las armas del búnker y haber enviado los anónimos, se produjeron los primeros movimientos en la comisaría por parte del secretario general y un policía amigo del fallecido y de los gemelos. El agente de servicio en la entrada confirmó que había entrado alguien en moto, aunque no llegó a tener la certeza de que fuera Celso. No contestaba y la puerta de su despacho en la quinta planta estaba cerrada. Lo buscaron y acabaron llamando a sus familiares. De hecho, lo hicieron por teléfono desde la sala del 091 para interesarse por él, pues la moto estaba en el garaje, de él nada se sabía y el mensaje a los amigos resulta inquietante. Sería sobre las diez de la noche, con el turno cambiado -algo que se produce entre las nueve y las nueve y media- cuando se accedió al habitáculo donde apareció el cadáver de Celso y las armas.

Varias zonas oscuras

La declaración de los cuatro policías que ayer testificaron permitió confirmar que no todo el mundo sabía que en el garaje había zonas oscuras, es decir, áreas que quedaban fuera del control de las cámaras de seguridad. No es una única plaza, además, la que queda totalmente fuera de visión, sino que son todas las de una hilera, entre seis y siete. Los gemelos aparcaban generalmente en la misma zona, pero no siempre en la misma plaza. Ni siquiera la buscaban, según la apreciación de uno de los testigos de ayer, quien, contrariamente, confesó que siempre buscaba la misma. Son rutinas, o manías, en algún caso con explicación. Por razones de comodidad, por ser más amplias cuando se trata de coches amplios, sea un vehículo todoterreno, el Volvo o el Audi de los inspectores gemelos.

Lagunas de memoria

Transcurridos dos años del suceso, alguno de los testigos reconoció que le costaba recordar con precisión lo ocurrido, sin dejar de admitir la eventual influencia de rumores posteriores, o informaciones más recientes sobre la crisis que sacude a la comisaría de Ourense desde el primer anónimo enviado en el mes de noviembre del 2014.

La instrucción iniciada por el presunto suicidio acabó incluyendo armas y anónimos

La investigación que se sigue en el Juzgado de Instrucción número 3 de Ourense, en las diligencias previas 797/2016, se iniciaron por la muerte del policía Celso Blanco, cuyo cadáver apareció el 9 de abril del 2016 en una oficina de la comisaría con un disparo en la cabeza. Las pesquisas no se quedaron en el hecho luctuoso y sus circunstancias, sino que, tirando del hilo hacia atrás, la jueza acabó situado a los dos inspectores gemelos en el centro de un trama con robo con fuerza, tenencia ilícita de armas, revelación de secretos, simulación de delito, acusación o denuncia falsa y calumnias, para finalizar con el homicidio de Celso, que dejó tener consideración de suicidio, aunque esa la tesis que se manejó en un primer momento a partir de distintos informes.

Detenidos el 19 de enero, Bernardo y Roy D. L. están en libertad, pero con la obligación de acudir cada día al juzgado.

La jueza Eva Armesto no ha dejado de trabajar en el caso. En uno de los coches de los hermanos aparecieron unos restos de sangre que fueron enviados al Instituto de Ciencias Forenses Luis Concheiro, para determinar si es humana o son restos de una matanza domiciliaria, como sostienen los sospechosos. Los resultados aún no se conocen.

Las declaraciones de ayer contaron con representación fiscal. Aparte del defensor de los gemelos, siguen personados como acusación la familia del agente muerto y el inspector que era jefe de drogas hasta noviembre del 2015, ciando fue detenido con otros compañeros a partir de un anónimo injurioso enviado -según la investigación de la jueza- por los gemelos y por el fallecido. El escrito alentó una discutida intervención de la Asuntos Internos plagada de actuaciones que los investigados ven irregulares y condenadas a la nulidad.