Sin las piernas, le niegan la tarjeta de aparcamiento para discapacitados

La Voz OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

José Fernández

El interesado aportó certificado médico de la amputación de las dos extremidades

05 abr 2018 . Actualizado a las 12:08 h.

El abogado José Luis Carnicero sufrió la amputación quirúrgica de sus dos piernas en el año 2012. Fueron dos operaciones, una en mayo y la otra en julio. Se mueve desde entonces en una silla de ruedas adaptada. No utiliza prótesis, por lo que su discapacidad es evidente para cualquiera que lo vea. Pese a ello, el Concello de Ourense le ha negado la tarjeta de estacionamiento para personas con discapacidad. Acudió personalmente a solicitarla, pero no ha sido suficiente. «Llama la atención, francamente. Muchos eufemismos y muchos cuentos, pero cero en lo que se dice atención efectiva a las personas con movilidad reducida. No creo que haya muchas más en Ourense en las que sea tan evidente como en mi caso, pero no así», lamenta el abogado, cuya actividad profesional, superados los primeros meses de recuperación, se mantiene en el despacho y en los juzgados, a donde acude a cuantas citas tiene. Sin ayuda. Solo.

La petición de José Luis Carnicero «non se axusta» a la norma, según dice el decreto que la concejala de asuntos sociales dictó el pasado 16 de marzo, de acuerdo con los informes internos. De esta tarjeta de accesibilidad, de acuerdo con la comunicación formal al particular, pueden ser beneficiarias las personas con movilidad reducida, de acuerdo con un baremo específico establecido en un Real Decreto de 1999 de procedimiento para el reconocimiento, declaración y calificación del grado de discapacidad, o que tengan reconocida una discapacidad visual que implique un grado de limitación en la actividad igual o superior al 75 %.

José Luis Carnicero aportó, según aclara, un certificado médico que constata la amputación de las piernas. «¿Qué más necesitan para demostrar la discapacidad, para comprobar que soy una persona con movilidad reducida?», se pregunta el sorprendido vecino de la capital, que en su momento se dio de bruces con la cruda realidad de las barreras arquitectónicas. Tuvo que cambiar el despacho, pues, siendo una construcción antigua, no era posible adaptar entrada y ascensor para sus nuevas necesidades. Nunca pensó, sin embargo, que le discutieran la discapacidad como ahora hace el Concello de Ourense, acaso ajustándose de manera estricta y fría a una norma.

«Conforme co expediente constátase que únicamente presenta certificado do grao de minusvalidez. Consúltase co Servizo Dependencia e Autonomía Persoal si se cumpren os requisitos necesarios para a tramitación de dita tarxeta, e transcurrido o prazo de tres meses non se ten resposta», indica la administración local al particular.

A José Luis Carnicero le han dado margen para que presente recurso de reposición, o que acuda al juzgado de lo contencioso-administrativo, «todo iso sen prexuízo do que poida interpoñer vostede calquera outro recurso ou acción que estime procedente». Y en eso anda este veterano abogado, a quien molesta especialmente la respuesta municipal. «Si fuera una acción aislada, creería que es un error, pero sospecho que no es así, porque todos los días me muevo en la ciudad y veo la falta de interés a la hora de proponer soluciones a las necesidades de personas discapacitadas. Solo tienen que preguntar. Pero ni eso hacen», lamenta el letrado, que no oculta su disgusto.

Autosuficiente

Socarrón, aclara que si solicita la tarjeta no es para plantar su silla de ruedas allá donde le plazca, sino para que puedan estacionar un turismo quienes en un momento puntual lo trasladen si no puede hacerlo él por sus propios medios. Porque él, superados las primeras semanas de aprendizaje, con algún que otro susto, se reivindica autónomo en la medida en la que la realidad se lo permita. Y si tiene que pelear con sus propios compañeros del colegio de abogados, durante demasiado tiempo sin rampa de acceso a su sede, lo hace. Como hizo en su momento para poder entrar en el palacio de justicia.

El Concello de Ourense, sea como fuere, le niega la tarjeta.