El martes, en plena Semana Santa y con muchos ourensanos desconectados de la realidad, en el salón de plenos se reunirán los 27 concejales de Ourense para celebrar un pleno extraordinario. El tema del debate propuesto por los ediles de PSOE y Ourense en Común es, textualmente, el siguiente: «Debate e informe sobre o estado da cidade, actuacións e omisións levadas a cabo despois de 1.000 días de goberno do Partido Popular no Concello de Ourense e liñas estratéxicas de actuación nos anos 2018 e 2019». No será el primer pleno fuera del cauce ordinario que tiene una temática similar. Hace menos de dos meses, DO solicitaba uno en el que pedía, aunque no de manera formal, la intervención de Xunta y Gobierno central ante la gestión del alcalde. El año anterior también había solicitado otro en el que pedía la dimisión del regidor por «procrastinar». Las tres sesiones, en el fondo, persiguen lo mismo: sacar los colores a la gestión del Partido Popular. Pero es esto necesario en el salón de plenos. Se supone que los grupos tienen a su alcance otros medios para realizar política partidista. Unos y otros dedicarán el tiempo estipulado -12 minutos por grupo es insuficiente para exponer su posicionamiento sobre la gestión de 1.000 de gobierno- a lanzar proclamas ya escuchadas y repetidas hasta la saciedad. La sesión, por mucho que quiera dársele el grandilocuente nombre de debate sobre el estado de la ciudad, acabará en un mitin político en el que unos y otros se mantendrán en sus trincheras e irán calentando motores para la intensa y larga precampaña que se nos avecina. ¿Qué ganarán los ciudadanos? Nada.