El mundo visto a través de los números

edith filgueira OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Santi M. Amil

Alumnos del Blanco Amor aprenden sobre otros temas mientras se preparan para las Olimpiadas del próximo año

09 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Los campos electromagnéticos, los códigos de las telecomunicaciones, la mecánica cuántica o el cifrado que hace que podamos enviar mensajes a través de WhatsApp tiene su explicación en los números. Incluso existen conexiones entre la música y las matemáticas que fascinaron a los pitagóricos o que fueron empleadas por compositores como Mozart mediante técnicas de repetición y traslación. Gottfried Leibniz -filósofo, matemático y político, entre otras dedicaciones- lo veía claro allá por el siglo XVII cuando sostenía que la música es «el placer que experimenta la mente humana al contar sin darse cuenta de que está contando». Y es ese placer en contar al que se refería el pensador alemán el que se esconde en las aulas del instituto Eduardo Blanco Amor.

«Intento que mi proyecto sea ambicioso. He programado un guion de estrategias de pensamiento -cuenta Carlos Ferreiro- para que puedan aprender de forma autónoma. Y las matemáticas son muy propicias para ello. Además, pretendo que les sirva no solo para el ámbito científico y académico, sino también para constituirse como ciudadanos». Ferreiro, director del centro público y profesor de Matemáticas, está preparando a varios estudiantes para participar en las Olimpiadas Matemáticas que en 2019 celebrarán su fase nacional en Ourense. Y lo hace con la ayuda de otros dos compañeros de departamento para los que solo tiene elogios.

«Las Olimpiadas Matemáticas son más antiguas que las de la era moderna y la primera se hizo en 1894. De hecho dicen que el barón de Coubertin se inspiró en ellas para recuperar las de atletismo que se celebraban en la antigüedad. Y tienen mucha tradición a nivel internacional para descubrir potenciales talentos», explica el docente sobre la competición.

Algunos quieren estudiar Matemáticas, otros lo hacen porque disfrutan dentro del universo de los números y otros porque creen que les puede servir para sus notas en el instituto o cuando entren en una carrera de Ciencias. Sea cual sea el motivo, los jueves por la tarde y en horario extraescolar, ponen todo lo que está de su parte para seguir aprendiendo. Y no se trata de adelantar conceptos que no les corresponden por el curso académico en el que se encuentran, sino de plantear problemas y diferentes formas de solucionarlos. «La divisibilidad es un concepto que se estudia desde Primaria, pero abordándola desde una perspectiva diferente, y no mucho más complicada, se puede llegar a enunciados generales potentísimos», explica el docente mientras señala un encerado en el que aparece desarrollada la notación de congruencia de Gauss. Algo que no aparece en los programas de matemáticas de la ESO ni el Bachillerato pero que tiene múltiples ventajas una vez se conoce.

«Siempre me gustaron las matemáticas y ya estuve en un grupo que servía para estimular el talento. Iba a Santiago los sábados por la mañana, pero en febrero del año pasado dejó de funcionar. Así que, cuando nos explicaron que se iba a hacer esto, no me lo pensé. Incluso pedí que me movieran clases del conservatorio para poder venir. Cuando resuelvo problemas me siento bien. Y por otro lado aquí vemos cosas que no se dan en clase porque no entran en el currículo. Lo que nos estaba explicando hoy no es nada del otro mundo ni es complicado, pero es algo muy útil», argumenta Andrés Pazos desde su pupitre.

Andrea González -que ya sabe que se quiere dedicar a las Matemáticas-, Andrea Rojas, Ricardo Ferreiro e Iván González también buscan entender la realidad a través de los números. Dejan de lado un día a la semana el baile, el conservatorio o el balonmano para enfocarse en solucionar problemas.

Pero no solo desarrollan teorías en el encerado, sino que también aprenden sobre matemáticos como el renombrado Terence Tao -que consiguió la medalla Fields-, Grigori Perelman -que renunció a ella aunque también la ganó-, o el ourensano Óscar Rivero (de Xinzo de Limia) que subió al podio en varias ocasiones y que comenzó a participar en las olimpiadas cuando cursaba tan solo tercero de ESO. Todos ellos son ejemplos de grandes mentes que han sido descubiertas en esta histórica competición.

«Cuando resuelvo problemas me siento bien», dice uno de los estudiantes

«En Matemáticas no hay un método único y es bueno que vean otras perspectivas»

Las medallas se reparten de un modo mucho más democrático que en la competición deportiva, puesto que no solo la reciben

las tres mejores puntuaciones, sino que se entregan un total de 36 para aquellos que quedan en primera, segunda y tercera posición. «Se seleccionan problemas para resolver que con conocimientos mínimos se pueden solucionar. Incluso a veces plantean problemas que no tienen solución o que el propio jurado desconoce. Lo que valoran es la originalidad del estudiante al resolverlo y qué ideas y conceptos propone», destaca el director del centro.

«Quiero estudiar Física y eso requiere una base matemática y venir los jueves a hacer esto me motiva», cuenta Roberto González. Él, que junto a Andrés ya participó en la fase autonómica, describe la competición como «muy cansada». Se plantean un total de seis problemas a resolver en una hora y media, cada uno, y

dura varias jornadas. «Por la mañana empecé pensando que me daría tiempo de sobra y acabé muy forzado, pero por la tarde

me supe adaptar mejor al tiempo que tenía. Se agradece tener estas clases para saber cómo salir del atolladero», afirma.

«Ellos están viendo cómo pienso yo a través de mis métodos pero cuando venga otro profesor van a saber cómo piensa también. En Matemáticas no hay un método único porque son abiertas y es bueno que vean otras perspectivas. Además, me encanta cuando les doy una pista porque creo que se han quedado atascados y la ignoran. Eso es lo que busco. Que quieran profundizar en sus propias ideas y que sean autónomos. Hubo un problema que se resolvió hace poco que tardó en solucionarse 300 años. Pero de algunos planteamientos que se hicieron han salido nuevas teorías», finaliza el profesor.