«Para los kurdos, Samuel es un mártir que dejó su vida por lo que creía»

Maite Rodríguez Vázquez
maite rodríguez OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

MIGUEL VILLAR

Ridvan Erdil, que vive en Ourense, explica que su pueblo ve como un héroe al joven ourensano muerto

20 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

A Ridvan Erdil, kurdo residente en Ourense desde hace 17 años, le sorprendió la noticia de que hubiese un ourensano -Samuel Prada León, de 24 años- enrolado en la milicia kurdosiria del YPG (Unidades de Protección Popular). Sabía, por la televisión kurda del norte de Irak, que había españoles luchando, pero desconocía que hubiese allí un ourensano; hasta que este fin de semana trascendió la noticia de la muerte en combate del joven, que cayó luchando contra el ejército turco el 10 de febrero. Ridvan regenta un döner kebab que lleva, curiosamente, el nombre de Baran (lluvia, en kurdo), nombre similar al que Samuel había adoptado como miliciano (Baran Galicia).

Erdil no conocía al joven ni sabe cómo contactó con el YPG, pero imagina que tendría «un amigo kurdo o un europeo ya involucrado o quizás los conoció en un viaje a Turquía». En su opinión, «Samuel ha sido una víctima más de un régimen fascista que lidera el gobierno turco».

Considera que el joven ourensano fallecido «se unió a la milicia kurda por haber visto que son los únicos que luchan en la zona contra la injusticia humana, en un territorio donde no hay derechos, no hay paz ni tranquilidad para la sociedad. Ha sido una víctima más de los poderes que circulan en esa zona, de los peces gordos que quieren tener el poder absoluto allí. Es una víctima más de la maldad del capitalismo, podemos decir».

El YPG está considerado por el gobierno turco como una organización terrorista. Erdil vio ayer en la tele turca la noticia de la muerte del ourensano, al que identificaban como terrorista. «Todos los kurdos de Siria lo son para ellos», matiza Erdil. En cambio, el pueblo kurdo está «muy agradecido» a las personas que, como Samuel Prada, se les unen «para luchar contra los estados que los tienen marginados».

Esta grupo, de ideología «socialista tirando a comunista», según define Erdil, existe desde los años ochenta. En los últimos años luchó para derrotar al Daesh o Estado Islámico (EI), junto con Estados Unidos y Rusia, logrando liberar la ciudad de Al Raka, capital del EI en Siria. Allí luchó también el joven ourensano que tras la guerra contra el EI se quedó «convencido al ver que la lucha de los kurdos es razonable, por la democracia y por vivir dignamente», cree Erdil.

Un escenario muy complicado

Samuel Prada murió en la ciudad de Afrín -capital, de unos 400.000 habitantes del cantón kurdo en el norte de Siria, explica Erdil-, en un ataque del ejército turco contra la milicia kurda. Perdió la vida en el complejo tablero de ajedrez en el que se ha convertido Siria, tras siete años de guerra civil. «Ahí hay una guerra de intereses, entre estados poderosos, Estados Unidos, Rusia y también el tirano turco que quieren llevarse su parte, en una zona rica en gas y reservas de petróleo. Los peones son los que mueren y quedan en el olvido», opina Erdil. Para los kurdos, el ourensano Samuel será un «héroe» o un «mártir que dejó su vida por lo que creía», dice.

La zona de Afrín en la que combatió el miliciano ourensano es «como el Bierzo, como Castilla, algo montañosa y con llanuras», con un clima seco, cálido en verano y frío en invierno. Allí la lucha es de guerrilla. «Excavan túneles, salen a disparar y se vuelven a meter», describe Ridvan, quien ha visitado toda la zona del Kurdistán, donde ha visto ciudades arrasadas, y viaja a su tierra con frecuencia.

Erdil, que se siente gallego, es uno de los tres kurdos residentes en Ourense. En Galicia la comunidad es de una treintena. No es optimista sobre la evolución del conflicto. «La guerra va a continuar y temo que va a ir a peor. Nosotros, los kurdos, no vamos a perder. Ya estamos perdidos. Nacimos con la guerra. Los estados nos han engañado una y otra vez», prevé Erdil. Recuerda la frustrada independencia de los kurdos del norte de Irak y el desprecio y la falta de derechos que siguen sufriendo en Turquía. Personalmente, asegura, ha estado discriminado allí por ser kurdo.