¡Menos mal que salimos de la crisis!

María Tabarés FIRMA INVITADA

OURENSE CIUDAD

18 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Últimamente parece que necesitamos pasar página y creer que lo peor ya ha pasado, que la crisis ha sido una especie de mal sueño y que ya todo va mejor.

Desde los poderes públicos cada vez más, se nos transmite la idea de que «hemos salido», que «la economía crece» y muchas veces, por desgracia, todos aquellos que cada día tratamos con los más desfavorecidos, pensamos: ¿estarán hablando de la misma realidad con la que nosotros trabajamos todos los días?

En Cáritas Diocesana de Ourense no cuestionamos los grandes datos económicos, ni hacemos discursos teóricos sobre crecimiento, únicamente atendemos todos los días a aquellas personas que se han quedado atrás, en un momento que se les antoja muy difícil, quizás más difícil que el inicio de la crisis, cuando todo el mundo, incluidas las administraciones públicas, se volcaban y se compadecían de su situación.

Pasado el tiempo las ayudas se acaban, pero el tan ansiado trabajo no llega, y, si llega, es tan precario que no permite afrontar sus necesidades básicas; y el apoyo familiar e institucional de los inicios de la crisis se ha agotado.

Da un poco de miedo como se está generalizando el concepto de «trabajadores pobres», «cronificación de la pobreza», «pobreza energética» y otra serie de términos que no por fuerza de escucharse pueden dejarnos indiferentes, porque reflejan el fracaso de nuestra sociedad, una sociedad que cree que no hay problemas cuando los importantes no los sufren; una sociedad que consiente que una parte de sus miembros se quede atrás.

Detrás de cada una de estas palabras hay personas, con una historia que no nos puede dejar indiferentes. No nos puede dejar indiferentes que un padre o una madre de familia tenga que elegir entre calentarse un poco, ahora en invierno, o ducharse; que no haya dinero para comprar la bombona para cocinar; tampoco que sus hijos no tengan un entorno mínimamente saludable para realizar sus tareas escolares, y ni pensar en tener que ir al dentista o afrontar cualquier gasto extraordinario. No nos puede dejar indiferentes que muchos de nuestros conciudadanos tengan serios problemas para pagar el alquiler de su vivienda, derecho que según nuestra constitución debe estar garantizado para todos. No podemos dejar que derechos tan básicos en una sociedad como la nuestra sigan quedando en papel mojado ante la indiferencia de la mayoría.

Desde Cáritas Diocesana de Ourense hacemos un llamamiento a la sociedad Ourensana para que siga siendo solidaria, porque no podemos desentendernos de los que «no han podido salir». La crisis se ha cebado con los desempleados mayores de cuarenta y cinco años cuya vida laboral estuvo ligada al sector de la construcción, con familias en que todos sus miembros son desempleados, personas mayores solas, y personas que unen alguna problemática de salud a su precaria situación económica.

Hay que hacer los esfuerzos que sean necesarios para que esta población excluida, que no ha disminuido, sea considerada a todos los efectos, no solo en el papel y en teoría, ciudadanos de primera.

Si es cierto que lo peor ha pasado, es hora de hacer evaluación de daños y ver cómo hacemos para generar espacios de inclusión, cómo hacemos para conseguir una economía más solidaria, en la que las personas sean el centro y no los beneficios; donde el reparto de los recursos sea más justo, porque la salud moral de una sociedad se mide por cómo trata a sus miembros más débiles, y si esa es la medida, no hace falta mucho para darnos cuenta que a nuestra sociedad le falta bastante para estar sana.

Es tiempo de reaccionar y no conformarnos, luchando con todos los medios a nuestro alcance para conseguir el modelo de sociedad , más humana y solidaria, que queremos dejar a las generaciones futuras.